Relatos cortos sin recortar (Baltasar es un rey de color) (7-1-2015)
Baltasar es un rey de color
Al ciudadano perruno Igor González, un hombre felizmente divorciado y tan libre como ese viento grácil que cabalga solitario sin fenecer en el intento, el rey Baltasar le ha dejado en sus zapatones del número 45, los que puso el ciudadano perruno en el balcón de su apartamento de alquiler, los dos regalos que el perruno ciudadano Igor González le solicitó. En el zapatón izquierdo del ciudadano perruno Igor González, tan enorme como las tumbas de los filisteos, el rey Baltasar le ha dejado mil millones de dólares austriacos de mentirijilla o chanza para que tiente mefistofélico, como satánico Diablo Cojuelo, a variados políticos que están perdiendo sus culos peludos por ser corruptos. Con mil millones de dólares austriacos de coña marinera o del timo de la estampita, se pueden corromper, por lo menos, a mil de esos políticos españoles que están sedientos por ser unos corruptos irredentos que desprecian a la ciudadanía que los votó y a la democracia que propició que pudiesen ser votados libremente en un Estado Social de Derecho que garantiza las libertades individuales y colectivas. Despreciables políticos que han formado una bestial “casta sacerdotal laica” afianzada que, por ahora, se mofa de la sagrada democracia y de toda esa ciudadanía en la que reside la soberanía del país.
Y en el zapatón derecho del ciudadano perruno Igor González, tan gigantesco como la pisada de un regador en tierra recién regada, el dadivoso y regio Baltasar de color le ha puesto una singular y expeditiva pistola galáctica que dispara rayos cósmicos que hacen desaparecer, al instante y sin dejar el más mínimo rastro, a todos los políticos que son corruptos. No queda de los políticos corruptos ni el pelo de la dehesa ni la etiqueta que demuestra la formación política a la que pertenecen. Es una pistola galáctica que dispara rayos cósmicos sin que tenga que ser recargada, y ya que su munición nunca se agota porque es infinita. El perruno ciudadano Igor González, retorciéndose en espiral y en escorzo de satisfacción alienígena o extraterrestre, se relame de gusto y se orina patas abajo de placer. Y porque se va a cargar, hacer desaparecer súbitamente, a millones de políticos corruptos de ambos sexos. El perruno ciudadano, tan feliz como un cisne rojo, no necesita hacer prácticas de tiro, y ya que la pistola de la Vía Láctea o de mucho más allá, posee un moderno dispositivo incorporado de láser que hace imposible fallar el tiro al político corrupto. No existe placer más placentero, no, que ejecutar político corruptos con los rayos de una pistola vengadora que deshace entuertos políticos a la ciudadanía.
-¡Oh!, mi querido rey Baltasar. Soy un hombre con la ilusión de un niño pequeño que todavía no ha perdido la virginidad de creer en los Reyes Magos de Oriente. Estoy tan maravillado como una espectacular diosa griega caníbal que va a engullir por su boca pagana a un bellísimo efebo de poderosa musculatura, pene afrodisíaco de medidas XXL, rostro como el de un galán cinematográfico y con ojos tan azules como lo garzo que se distingue el cielo por debajo del Olimpo. ¡Oh! Baltasar, mi rey mago que me llevó mi primera bicicleta a mi casa, una verde Orbea que no me subí en ella hasta que se fue agotado por no poderme sacarme de debajo de la cama, este año me has traído todo lo que te solicité. Estoy satisfecho contigo. Serás mi rey mago hasta que muera- se decía así mismo el ciudadano perruno Igor González, probando la pistola galáctica con el vecino del piso de arriba, un político postinero al que le lleva tocando la lotería desde que fue elegido como hombre público y se sienta en uno de los sillones del municipio de su pueblo adoptivo. Una localidad en la que el perruno ciudadano contempló la singular cabalgata de sus Majestades de Oriente con el regusto ciudadano de no ser un aborigen de esas latitudes territoriales. Caramelos y regalos, en esta noche diluviaron.
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