Relatos cortos sin recortar (Cena de Nochebuena) (29-12-2014)
Cena de Nochebuena
El ciudadano perruno Igor González, más solo que la soledad de cien años, le metió el diente a un trozo de tortilla de patatas del adía anterior. Y acompañó a la tortilla cuasi fosilizada con unos trozos de morcilla seca y de chorizo más duro que la pata de palo de cualquier pirata que se precie de ser protagonista bucanero de cualquier relato de los pillajes y abordajes de las naos en los mares del Sur o del Caribe. El ciudadano perruno Igor González, ya lleva más de mil años, mal o bien contados los años, cenando en la Nochebuena tan solo como una piedra solitaria de un pedregal o como una esponja en un mar proceloso de poca profundidad con un arrecife de coral. Aunque más vale cenar solo que mal acompañado. La soledad es el reino de los inteligentes que no desean dar el coñazo ni recibirlo. La soledad es ese estado mental en el que no se aguanta ni una avispa en los cojones. Hay que ser realista y no lloriquear por no vivir bajo la tiranía y la coacción del sexo de una dama lánguida, esa que solo es una dictadora con bragas o sin ellas. Para vivir mal acompañado, es mejor vivir con la conciencia tranquila de ser una persona humana que no se rinde aun culo adornado con tres tetas como tres carretas.
Unas anchoas con alcachofas untadas con mahonesa y un leve riego de tiras de jamón serrano, también fue el plato estrella de la cena navideñas del ciudadano perruno Igor González. No hay que cenar demasiadas viandas en la Nochebuena, y porque de las grandes cenas están las sepulturas vacías. O llenas. No hay tanta alegría económica, con la putesca crisis económica, como para cenar en Nochebuena a base de caviar beluga ruso, ojos de ruiseñor y corazón de puerco espín con salsa tártara, solomillo de buey novicio asado tan puro como la flor bella del esparto, salmón de Noruega con nécoras confitadas y angulas de Euzkadi y de postre todos los dulces imaginables navideños y no navideños salidos de las benditas manos de las monjas de un convento de clausura. Y todo regado con vinos Vega Sicilia. Hay que guardar dineros porque la crisis económica solo se ha esfumado en las familias adineradas y en las personas pudientes que nunca han soportado la crisis porque son asquerosamente ricos. El ciudadano perruno Igor González, conoce y reconoce que ningún político pasa faltas económicas, y dado que son los nuevos ricos de la nueva casta social y económica que ha surgido con la puta corrupción política y empresarial.
El ciudadano perruno Igor González, tampoco echa un bello “palo” sexual molinero, erótico y sensual en la Nochebuena. Ni en las noches malas. No tiene ninguna pareja sentimental. No tiene ni perro que le ladre. Es un hombre solitario que solo vive para sus hijos y para su recia profesión periodística y de escritor que publica todos los libros insensatos y negros de una literatura exótica que nunca llega a ser pornografía pura, dura y rudimentaria. El ciudadano perruno Igor González, no es feliz porque no tiene una familia que lo acoja en ningún día del año. Y menos aún en los días infelices de Navidad, Año Nuevo o Reyes Cabalísticos y Magos. Pero el ciudadano Igor González no va a arrojar la toalla ni va a lloriquear como un niño pequeño, y porque esté más solo que una almeja en el océano Índico. El ciudadano perruno Igor González es un tío con pocos pelos en el pecho, pero un tío de verdad y no una nena llorona. Hay que vivir de pie y morir sin postrarse de rodillas. Vivir es único y racional. Algo irrepetible. Es como copular con el aire sin volar. Es algo inaudito y libre. Y además, tiene a sus cuatro hijos. Unos hijos que el perruno ciudadano Igor González, conoce que ellos lo quieren con sus defectos y sus bondades. No es un monstruo el ciudadano perruno Igor González, es simplemente una persona humana que posee el raciocinio de saber ponerse en cola y apartarse cuando estorba. Lo peor de los seres humanos es creerse inteligentes. Y máxime, cuando se es más imbécil, botarate, memo y docto que una mata de habas.
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