sábado 18 mayo
Opinión  |   |

Relatos cortos sin recortar (Ciudadanos públicos singulares) (9-1-2015)

Ciudadanos públicos singulares

 

Mariano Peyote Zancandil, alcalde comunista electo de la bellísima localidad única de Sombrasclaras, un pueblo pequeño, agreste y campesino con un futuro incierto, se está retorciendo como un muelle. Es una criatura humana elástica. Y en la Sanidad Pública, los galenos especialistas que lo atienden, no aciertan a dar con la terrible enfermedad que lo está convirtiendo en una espiral de carnes y huesos que cada día se parece más a un fleje con orejas, boca y ojos. Mariano Peyote Zascandil, no posee cuernos y rabo.

 

A Luis Zamarra Pedorrera, concejal antiguo de una monumental y turística ciudad sureña, le ha crecido el pene 30 centímetros en el último año transcurrido. Y sumando los 30 centímetros aumentados de pene nuevo con los 15 centímetros del pene antiguo que ya poseía el concejal, ahora mismo el político posee una verga mayestática de casi medio metro de larga. Maneja ahora el concejal un descomunal pene arbóreo. Y con el que sus amantes, su mujer también, se niegan a copular. Un pene que podría empalarlas.

 

Y Valeriano Picaflores del Valle, bello senador electo por una provincia meridional, le ha crecido la nariz al tamaño de la trompa de un pigmeo elefante de colmillos romos. Y con ello el senador está perturbado con una depresión de mamut. Este hombre público estaba acostumbrado a ser el centro de las miradas, también de los amoríos a tiempo parcial de las damiselas que padecen mal de amores, aunque ahora está desesperado por su elefantiásica fealdad masculina. Valeriano Picaflores del Valle, tiene los ojos rubios.

 

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