domingo 19 mayo
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Relatos cortos sin recortar (Ciudadanos públicos singulares XI) (16-2-2015)

Ciudadanos públicos singulares (XI)

 

Genaro Socarrón Santiago, parlamentario andaluz por la provincia más desnortada de Andalucía, es el cabeza de una familia feliz. Genaro Socarrón Santiago, de profesión sus cortijos heredados de su padre y madre, es un polla larga al que le gustan, a rabiar, las putas que son marranotas y que tienen dos tetas grandes como odres para guardar aceite o vino. Él es otro guarro empedernido que no tiene hartura al follar con las funcionarias del amor pagado. Le gusta a rabiar que se la chupen cuando está defecando, y porque argumenta que él es capaz de cagar al mismo tiempo que le hacen una guarra mamada.

 

La señora esposa del parlamentario andaluz, excelentísimo señor don Genaro Socarrón Santiago, María Engracia Torres Lerda, es una dama cristiana a la que se le va el tarro de las ideas con los jornaleros jóvenes de los cortijos de la familia. Se ha follado a más de cuarenta de ellos. Y a los cuernos que le pone su señor esposo, no les da importancia por los que ella le pone a él. Se ponen apéndices córneos mutuos. Aunque de vez en cuando, el putero político andaluz reprende públicamente a su santa esposa y madre de sus ocho hijos para que sus amigos y correligionarios vean que es un caballero español.

 

El hijo mayor del parlamentario andaluz, Genaro Socarrón Torres, es una maricona de dudoso pelaje homosexual y culo desflorado. Aunque algunas veces, a este virtuoso de lo gay también le gusta follar con nenas de plástico. Esas damitas merengadas que son de buena familia y que van vestidas a la última pijotería de las boutiques de alto precio y dudoso gusto estético. Genarín, así lo llama su mamá, ahora se ha unido en amor con un tipo camionero con las espaldas plateadas, como los machos gorilas, y han formado una pareja totalmente feliz. Y con el deseo de encargar un hijo a una madre de alquiler.

 

Y la hija menor de este ínclito político, al que todavía no se le conocen corruptelas de ningún tipo, Marilina Socarrón Torres, es aún más puta que su señora madre. Y ya que ella se está cepillando a los jornaleros, a sus compañeros de estudios y al cura que los domingos efectúa la misa que se celebra en la capilla del cortijo principal. Marilina ya es mayor de edad, pero es como una auténtica máquina sin hartura al follar. Pero en sus estudios, la pequeña de los Socarrón-Torrres, va de fresa y menta de bien. Y apunta para licenciarse en Derecho en su tiempo. Y después llegar a la política de manos de su papá.

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