domingo 19 mayo
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Relatos cortos sin recortar (Cuando el planeta no sea azul) (14-11-2014)

Cuando el planeta no sea azul

El hombre caminaba observando lo que ya había desaparecido. No veía las águilas de antes cuando volaban con increíbles piruetas aéreas para formar una pareja y procrear. Tampoco observaba los alcaudones, esos pájaros pequeños de presa que antes los oía por las tardes cuando cantaban en las copas altas de los árboles. No había culebras por los campos yermos. Ni lagartos amarillos. Ni comadrejas antes abundantes. Casi todas las plantas y árboles igualmente habían desaparecido. Y el agua, dulce y salada, ya era un bien tan escaso que se había producido una terrible guerra mundial con su control absoluto. Millones murieron en ella. Y también los hombres morían de sed. De hambre. Ya se había desatado la cacería total de hombres y de los escasos animales para poder alimentarse el hombre. El planeta ahora era oscuro. Los hombres también. El olor a muerte inundaba los continentes. En el aire empezaba a faltar el oxígeno necesario para respirar. Y las hienas y otros carroñeros como el propio hombre, prosperaban con tantos cadáveres humanos pudriéndose en las viviendas, calles y plazas de las altivas ciudades.

Y habían muerto los astronautas de la estación espacial mundial por falta de alimentos y de agua. Y millones de ciudadanos indefensos, hambrientos y sedientos. Solo existían los bandidos sanguinarios que controlaban, a hierro y muerte, los últimos yacimientos de agua potable. Y también existían otros bandidos que poseían animales domésticos, los salvajes ya no existían, y que intercambiaban con los otros bandidos que tenían el poder omnímodo sobre la poca agua ya existente. La piel se le caía a los hombres. Y los cabellos. Estaban los hombres llenos de pústulas. De heridas profundas. Vivían tristes y desolados. Morían como chinches. Casi todos los niños ya habían muerto. No existían las mujeres embarazadas. Ni los ancianos. Tampoco los adolescentes. El sol era tan duro y severo que sus rayos producían quemaduras horribles, y porque había desparecido la capa de ozono. No brillaba la luna ni las estrellas porque existía una enorme polución por las gigantescas erupciones de los volcanes. Todos emitían gases y lava. El hombre caminaba sin norte. Y el hombre vagaba errático conociendo que su fin era próximo.

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