jueves 2 mayo
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Relatos cortos sin recortar (El ciudadano perruno Igor González LX) (30-10-2015)

El ciudadano perruno Igor González (LX)

El perruno ciudadano, excéntrico como las alpargatas antiguas de otrora que llevaban en sus pies los trabajadores de campo, los campesinos esclavizados las usaban porque no tenían posibilidad de adquirir otro tipo de calzado más caro, cómodo y de calidad, está sentado junto a la ventana del salón de su señor padre. El que se abre a casi toda la ciudad de Granada. Y está oteando y saboreando el espléndido panorama que perciben sus ojos. Ha dejado de llover. Y el sol inunda a la ciudad como si no tuviese ninguna prisa por marcharse, por la tarde ya muy entrada, por ese oeste que es ocaso. El perruno está absorto. Y su señor padre ya lo está obsequiando con los manjares y el vino de casi todos los días. El perruno ciudadano está bastante pensativo porque las cosas del país no marchan como él cree que deberían marchar. Sigue el desempleo. Siguen los recortes. Y aunque el Gobierno lance a los cuatro vientos que todo marcha muy bien.

-Te veo bastante pensativo, caro hijo. ¿Estás preocupado? ¿Estás molesto con algo? ¿Tienes algún problema? A los problemas y quebraderos de cabeza hay que erradicarlos y desterrarlos a la nada solemne. No te preocupes nada más que lo justo. Son cuatro días y hay que vivirlos lo mejor posible. Te lo digo siempre. Come, bebe y escucha- le dice el padre del perruno a su hijo.

“El diputado provincial Galíndez posee un cuerno de marfil en su amplia y despejada frente de político de las izquierdas civilizadas. Y por esto se peina con una raya a la izquierda de su cabeza gorda proletaria con pelambrera demoníaca y soviética. Es comunista Galíndez. De los pocos que ya van quedando. Con esto del bipartidismo feroz, es difícil sobrevivir otros partidos políticos. Aunque Galíndez, erre que erre, sostiene que todavía está por llegar el comunismo internacional que ponga a todo bicho viviente en su sitio. Su cuerno ebúrneo es semejante al de los rinocerontes. Y su dialéctica es tan corrosiva y demagógica como la de una oveja merina, esa hembra a la que se beneficia el macho dominante del aprisco.

Desde que se quedó soltero pero con hijos, el diputado Galíndez vive aferrado a la revolución. Y su trabajo en la Diputación de su provincia, se basa en laborar minucioso y justo. Y como si Marx y Engels lo estuvieran vigilando de noche y de día. No tiene descanso el diputado Galíndez. Y sus intachables actividades políticas lo están llevando a la perfección del socialismo real, ese que no es a la imagen y semejanza total del que se practicó en la antigua URRSS. Desea el diputado Galíndez, que todos los gobernados y administrados, el pueblo soberano, sean totalmente iguales para su institución provincial. Y esto le lleva a enfrentamientos terribles porque está en la puta y jodida oposición. Sus peleas verbales con el gobierno de la Diputación son famosas. Y ya que en ellas se dicen de todo, y menos bonitos. Galíndez es terriblemente idealista. Y esto en estos tiempos es como una rémora que lo zarandea amargamente y lo lleva a la más absoluta desesperación política. Galíndez se muere con sus ideas marxistas que lleva contra viento y marea. Y no es capaz de abrazar, como otros, el socialismo rosicler que lleva la misma vida capitalista que la de los capitalistas que no son socialistas rosicler.

Ya no es un niño Galíndez, tiene sesenta y cinco años. Y sus ideas políticas están como fosilizadas en una justicia e igualdad para todos que nunca llegará. Al capitalismo feroz y especulativo no lo reemplaza, por ahora, ninguna otra doctrina política ni económica. Y en aquel día, Galíndez se había levantado por los pies de la cama. Estaba cabreado por haber dormido poco y mal. Y, además, se le caía el moco.

-Esta mañana en el pleno le digo al presidente, a pesar de sus dos metros de estatura, que lo espero en la calle para partirle la cara. Se le ha debido de ir la cabeza con eso de hacer una campaña para atraer turismo del Vaticano a nuestra capital y provincia. No lo entiendo. ¡Curas y monjas a porrillo por los monumentos de la ciudad! ¡Curas y monjas en las discotecas y restaurantes! ¡Curas y monjas esquiando con los faldones! ¡Los curas en los prostíbulos de la ciudad! ¡Y las monjas en el Corte Inglés comprando modelitos!”.

“Nació bisexual. Y así se morirá el gay Pablo Perola. El gay Pablo Perola comenzó un idilio con un camionero. Y llevan más de treinta años amándose. El camionero León Tornillo también lo ama a él. Y en la ciudad discreta, tosca y provinciana en donde viven los dos, los conocen por la perola rosa y el tornillo del arco iris. El gay Pablo Perola, dicen los que lo conocen, que escribe con la nariz, que mea por el ombligo y que su boca es halitosa como una escupidera cagada y meada de la noche anterior. El gay Pablo Perola nació bizco, pero su estrabismo se lo han corregido en la farmacia que está ubicada en la misma acera en dónde comparte apartamento con el camionero León Tornillo. Y con unas gafas psicodélicas. También nació con tres testículos, pero esto lo lleva con gran discreción íntima. Y es periodista el gay Pablo Perola. Lleva
escribiendo un reportaje más de treinta años. Es digno de algún premio periodístico. Y por su buen hacer manifiesto, por su abulia natural y por su falta de ética profesional. También una vez escribió sobre el fútbol, sobre un Real Madrid-Barcelona. Y otra vez más informó sobre las farmacias de guardia. Aunque nunca ha sido el encargado de las esquelas.

Al periodista gay Pablo Perola su empresa no lo despide, aunque tanto va el cántaro a la fuente que alguna vez se romperá con prejubilación. El periodista gay Pablo Perola es el primero en irse de la redacción y el último en llegar. Sabe fumar con soltura. Conoce los entresijos de un güisqui. Y los cafés son para él como el aire que respira. Y nunca tiene la culpa del retraso impenitente del reportaje que lleva escribiendo desde hace treinta años. El periodista Pablo Perola se cree postergado y en acoso laboral perenne. El periodismo tiene en el gay Pablo Perola a uno de esos poco profesionales a los que se les puede llamar “periodisto” del periodismo moderno y funcional. Un amigo del poco trabajo dentro de la libertad de prensa y de expresión. El periodista gay Pablo Perola, que siempre desinforma en vez de informar, es además un perfecto atleta de la tercera edad que padece alergia crónica desde su juventud. Un guerrero. Un tipo con suerte. Y que de pequeño en su familia siempre lo llamaban Pablito.

-¡Oye. Dos moscas haciendo marranadas! ¿Será noticia? ¿Dejo el reportaje de los treinta años y escribo sobre las dos moscas que están haciendo marranadas para que haya muchas más moscas revoloteando por la redacción? ¡Es el notición del día! Dos moscas marranas follando encima de mi amado ordenador. Ni siquiera le pregunto al redactor jefe. Yo empiezo a escribir sobra las moscas que son unas guarras follando. El redactor jefe está contento conmigo. Y esta es una noticia de portada. “Dos moscas follando”, titular, de los que no se ven todos los días. Un buen titular. Y no paran. Vaya par de moscas guarras y fornicadoras. Así está el mundo. Lleno de moscas- se decía mentalmente a sí mismo el periodista gay Pablo Perola y mientras se chupaba el dedo después de tenerlo metido en la nariz con la que escribe”.

“Pepe Pérez nació en la Zona Norte. Pepe Pérez tiene ya cincuenta y dos años. Y su parto fue el de un pobre que siempre va a ser un pobre. Su madre Josefa, lo tuvo al tirón. Y mientras su padre Jacinto, miraba las estrellas lejanas con una botella de vino blanco peleón entre sus manos.

A Pepe Pérez lo conocen en la Zona Norte como el trabajador honrado que come del hierro. Y que siempre está intentando que no existan los trapicheos a pequeña escala con el desempleo y los vuelos libres sin paracaídas fumando porros. Aunque para ser meridianamente justo y ecuánime, todos sus convecinos lo llaman Pepe el de la Ferralla. El ferrallista que lucha contra el paro marginal, los malos que explotan a los pobres, los canutos, la explotación sexual de la mujer y la heroína y cocaína.

En un día de agosto veraniego y feroz, fue cuando Josefa se puso de parto. Y allí en la Zona Norte fue donde nació Pepe Pérez, un niño que sería un futuro parado. Y que creció para combatir después el trabajo negado a los pobres. Aunque para Pepe Pérez, ya de mayor todo lo que no sea erradicar el tráfico de droga, la prostitución, la delincuencia y la mendicidad, es perder el tiempo estúpidamente. Pepe Pérez se pasa los días como si fuera un gorrión vigilante de los malos que son malísimos.

En su infancia, Pepe Pérez denunciaba a los malos que reventaban y desvalijaban a los viajeros de los autobuses de la línea 4.Y también chutaba las pelotas a la altura de tres pisos cuando jugaba al fútbol en las calles y plazas destrozadas. Y cuando jugaba a las bolas con sus amigos, al darle matute, las alejaba hasta la Carretera de Jaén. Y con gran cabreo de los agentes de la Guardia Civil, que siempre lo tacharon de un niño pobre torpe, con mucha fuerza física y tímido. Y también de ser un pésimo jugador cuando jugaba a colar las bolas en su correspondiente hoyo. De pequeño Pepe Pérez fue un buen estudiante en matemáticas y química, pero un negado total para la lengua y la literatura. Un estudiante de primaria que coqueteaba con Juana, otra estudiante muy bella de ojos verdes, pelo negro en cascada y pantalones vaqueros ceñidos. Y que se casó con ella y tuvieron cinco hijos.

Aquel día, ya con noche cerrada y con Pepe Pérez convertido en el guarda de una obra, unos malos se aprestaban a darle un golpe mortal a la tienda de Ultramarinos García. Y que estaba regentada por un matrimonio de bondadosos ancianos llegados del extrarradio. Los malvados deseaban apropiarse de forma ilegal de una magnífica banasta de rojos tomates campesinos y de los escasos dineros de la caja. Pero no contaban con que Pepe Pérez el de la Ferralla, ya estaba observando el lugar y con claras intenciones de ayudar al matrimonio de ancianos desvalidos. Y a los que los malos pretendían asaltar sin miramientos.

Pepe Pérez, el de la Ferralla, el pobre de la Zona Norte que siempre luchó contra el paro y la delincuencia, ha muerto en el enfrentamiento con los malos que pretendían asaltar la tienda de ultramarinos. Los malos llevaban escopetas recortadas. Y Pepe Pérez solo portaba una vara de mimbre y su valentía personal. Esta mañana lo han enterrado. Y no se han visto a las autoridades asistir al sepelio. Tampoco la Guardia Civil ha asistido. Sólo estaba su anciana madre Josefa, su mujer Loli y sus hijos y todos los pobres del barrio. El cura que es obrero y marxista, ha resaltado en la homilía que la marginación es otro gran negocio del capitalismo cabrón”.

Camina el perruno con parsimonia por las calles y plazas granadinas. No fija su mirada en nada ni en nadie. Va a la parada para coger el consabido autobús que lo llevará a su pueblo adoptivo en el Valle de Lecrín. Cada día está más cansado el perruno ciudadano de la vida jodida que representa ser periodista ejerciente en una ciudad imposible y sin ninguna piedad para con sus ciudadanos. Granada es una urbe mediana sin las neuronas que deben de tener las ciudades que atienden a su ciudadanía toda. No mimándola, sino dándole el lugar y las atenciones que los ciudadanos, ellas y ellos, se merecen. Será que la ciudadanía de Granadazo merece atenciones por parte de esos políticos que solo van a lo suyo y a lo de sus formaciones políticas. Aunque el ciudadano perruno cree que es la ciudadanía granadina, como en todo el resto de España, es la culpable de los males que padece.

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