sábado 18 mayo
Opinión  |   |

Relatos cortos sin recortar (El ciudadano perruno Igor González LXI) (3-11-2015)

El ciudadano perruno Igor González (LXI)

El ciudadano perruno Igor González, ya ha llegado a la mansión de su señor padre. Y éste inmisericorde y sin mediar palabra ni reconfortarlo con vino, jamón y queso, comienza sus relatos…

“Ramiro Lechuga Ciendedos, es un político conservador. Y porque él, así lo decidió. Podía haber sido ferroviario como su padre. O granjero con una granja nada pequeña de cerdos como su abuelo. Él desde pequeño, eligió ser un político conservador. Ramiro Lechuga Ciendedos, actualmente es diputado en la Diputación Provincial de su provincia. Una ardilla política. Uno de los diputados activos, que son de esos diputados provinciales que participan todos los días en los trabajos encaminados a que los ayuntamientos de la provincia no sean meras cosas inanimadas de ayer y de hoy. Ayuntamientos como los dibujos animados.

Ramiro Lechuga Ciendedos, de pequeño estudió en un colegio de pago. Su abuelo era un hacendado con granja de cerdos, y su padre trabajaba en el mantenimiento de la red ferroviaria de la provincia. No fue un buen estudiante, no, pero los jamones de su abuelo sabían matemáticas, física, química y latín para los curas que administraban y dirigían el colegio de pago. Ramiro Lechuga Ciendedos, estudió como interno, y las chacinas de su abuelo también fueron famosas en todo el internado religioso. Sobre todo la morcilla picante y el chorizo ahumado al tomillo y al romero salvaje de los montes de su pueblo. Terminó sus estudios de bachiller, y luego no se matriculó en la universidad porque él ya tenía muy claro que quería ser político conservador. No obstante, hizo un máster en papiroflexia desde la orientación de una famosa escuela japonesa. Y que le fue de mucha ayuda a la hora de abrir con suficiencia las cartas que recibía en su despacho de la sede del partido, y en el despacho oficial de la Diputación Provincial.

Ramiro Lechuga Ciendedos, diputado provincial como ya sabemos, está en el gobierno de la Diputación Provincial de su provincia. Y es responsable del Área de Otros Menesteres de la Bondad Política. Un Área recién creada. Es el Vicepresidente Tercero de la Diputación Provincial. Ramiro Lechuga Ciendedos, es un hombre feliz. Y su principal característica, al gobernar y administrar, es su ecuanimidad y su gran cariño con los municipios que están gobernados por el partido político en la oposición diputativa. Es muy capaz, Ramiro Lechuga Ciendedos. Es capaz de suprimirle totalmente a los ayuntamientos gobernados por los conservadores el pan de sus bocas municipales, y para darlo a los ayuntamientos que gobiernan las izquierdas. Esto es algo, desde luego, sin parangón en el mundo político español.

Ramiro Lechuga Ciendedos, es un santo. Un santo político digno de pasar a los altares de la Política. Y porque ya se le reconocen, entre la noble y leal oposición de las izquierdas, algunos milagros realizados al amparo de su cargo como Vicepresidente Tercero del equipo de gobierno de la Diputación Provincial. Dicen con fervor los de las izquierdas, que Ramiro Lechuga Ciendedos ha curado de un linfoma maligno del bazo a las arcas municipales llenas de metástasis ruinosas en un ayuntamiento cateto gobernado por las ateas y descreídas izquierdas. Los devotos municipales de las izquierdas, también aseguran rezando que Ramiro Lechuga Ciendedos le ha dado la vista a un alcalde comunista, y ya que éste estaba en perpetua oscuridad desde que una dama arisca y despechada le arreó un mordisco certero en ambos ojos. El alcalde rojo ahora ve, y ya ha empezado a releer El Capital, de Marx. Y como un agradecimiento muy sincero al Vicepresidente Tercero de la Diputación, Ramiro Lechuga Ciendedos, del Partido Conservador.

Y todo esto ha llegado a oídos del Vaticano, y de las manos del presidente nacional del Partido Conservador. Y se asegura, que el Santo Padre está muy interesado por este político conservador español. Un hombre íntegro que desde su más tierna y deliciosa infancia tuvo nítido y claro que él quería ser un político conservador. Ramiro Lechuga Ciendedos, con su gran humildad, ha negado que él sea un santo político. Ha comentado con moderación y modestia, que él no es más que un hombre que cree en la democracia y en la honestidad personal.

Y ya le han propuesto a Ramiro Lechuga Ciendedos, parece que no volverá a ir en las listas conservadoras, que se afilie a una ONG. Y con vistas a que su santidad nunca remita. Y no le ha parecido mal la idea a Ramiro Lechuga Ciendedos, lo conservador no debe de ser como tirar piedras o anatemas y esconder la mano, aduce Ramiro Lechuga Ciendedos. Y también ha comentado, que nunca olvidará a los amigos conservadores. Y sobre todo, a esos que son menos reaccionarios que algunos de las izquierdas que pacen en pesebres de oro. Soy un hombre para el pueblo, y no para los tejemanejes opacos de los partidos políticos. Soy un trabajador. Y Dios me guía, ha asegurado Ramiro Lechuga Ciendedos. Y qué guapo es este político conservador, aseguran las damas de las derechas y de las izquierdas. ¿Estará casado felizmente, o será gay? También suspiran las damas”.

“Amanecía ya. Y las luces que provenían del Este, se abrían paso rosadas y naranjas por encima de las montañas lejanas. El valle empezaba a vislumbrar los contornos y los objetos. Y un asno romo cercano y con mataduras, rebuznaba al oír a los gallos cantando. Un mirlo tan negro como la barba de un afilador de navajas y cuchillos, chillaba ruidoso subido en una rama de un níspero. Y los gorriones empezaban su jolgorio en un nuevo día. Ella se revolvió en la cama, y tocó el brazo de él. Aunque él, ni se dio cuenta. Ella estaba desnuda, y él lo mismo. Habían estado toda la noche follando, y ni el calor que se sentía en la habitación era capaz de despertarlo a él. Él soltó un ronquido bestial, propio del asno que rebuznaba a lo lejos, y ahora ella sí se despertó del todo. Y lo miró.

-Es enorme este tío, le salen los pies de la cama. Y tiene un lunar en el cachete derecho enorme. Se parece el tatuaje a un balón de fútbol. Y tiene el lunar unos pelos negros como las cerdas del lomo de un jabalí. Vaya par de testículos que le cuelgan, y que descansan con él sobre la cama. Y el pene enorme que tiene ahora colgando entre sus dos piernas, es tan grande como un plátano muy grande. Jamás había observado algo así. Y así lo he pasado de bien. ¿Y cómo se llamará semejante y espectacular tío? Cuando lo conocí en la discoteca, yo ya tenía una borrachera también espectacular. Yo lo despierto, son las tres de la tarde, y debo de irme a casa. Mi madre estará asustada. Qué bueno está, de buena gana me quedaba con él- ella, se decía así misma.

-¡Tío! Ya son las tres de la tarde. Yo me voy. Despierta. ¿Cómo se enciende el calentador o no tienes agua caliente? ¿Dónde estamos? Supongo que es tu casa. Tengo hambre y ganas de vomitar al mismo tiempo. Estás más bueno que el pan, pero me tengo que ir a mi casa. Mi madre estará ya muy preocupada- le dijo ella, a él.

-¿Y tú quién eres? ¿Has dormido aquí toda la noche? ¿Y hemos hecho algo? ¿Hemos follado? Tu ropa, te debes de poner la ropa, no soporto a las tías desnudas. ¿Y cómo has conseguido traerme a la cama? Yo estaba en la discoteca con un amigo muy íntimo. Mi novio. ¿Tomamos algo fuerte por la nariz o fumamos algo más fuerte? ¿Y mi amigo íntimo no está aquí?- le contestó él.

Ella saltó de la cama, y exclamó un vaya por Dios con exaltación a Dios por su bondad. Se había acostado con un gay. ¿Y el amigo íntimo de él? Creo que se marchó de la discoteca con una tía que parecía un tío. No lo sé, y no me importa lo más mínimo. Pues no follaba mal este tío, y para ser gay. Todos los tíos que están muy buenos son gay. Él la observaba con asco. Encendió un cigarrillo. Y le dijo, que los tíos la verían muy apetitosa.

-Ya me voy. No me mires con cara de asco. Yo te miro con cara de quedarme, pero tú a mí como si no te gustaran las mujeres. Follas muy bien. ¿Lo sabes?- le dijo ella antes de ponerse las bragas negras y el sostén también negro en su espectacular cuerpo tostado por el sol mediterráneo.

-Sí lo sé. Antes me gustaban las mujeres. Pero cuando dos tías me putearon de lo lindo, empecé a ver a los tíos como más sinceros y fieles. Al principio me dio asco, pero luego me acostumbré. Yo no soy gay. Simplemente tengo agotada mi cuota de que las tías me tomen el pelo. Tú estás para morir follando, pero luego harías lo mismo que todas. Celos e intento de acaparamiento, mando en plaza y anulación de la personalidad masculina. Los tíos con los que salgo no hacen eso. A ellos les gusta que sea masculino. Mandan poco o nada. Y no intentan acaparar nada de mí. Aunque celosos, eso sí que lo son. ¿Por qué no te quedas un rato más?- le dijo él a ella.

Y ella, se quedó”.

“Había nacido con casi cuatro kilogramos de peso, y su pelo rubio destacaba en una cabeza enorme de bebé recién nacido por medio de una cesárea que estuvo a punto de acabar con la vida de su madre. Jacinto fue el nombre que eligió su padre, y porque él también se llamaba Jacinto. Su madre se resignó, y porque estaba convaleciente y no tenía muchas fuerzas para protestar por la decisión de Jacinto padre. No obstante, estuvo más de una semana sin dirigirle la palabra a su marido, y por ser un impositivo que no busca consensuar el nombre de su primogénito. Y lo llamaba gilipollas en sus pensamientos. A la semana siguiente de nacer Jacintito, Maruja le volvió a hablar a su esposo Jacinto.

-Mira que si le dicen Jacintito. ¡Qué horror! Mi marido es gilipollas. Con que él se llame Jacinto, ya hay bastantes Jacintos en la familia. ¡Gilipollas! Con lo bien que le hubiera quedado Carlos como mi primer novio. Tan rubio. Y espero que con ojos azules. Mira que llamarlo Jacinto- se decía a sí misma Maruja, la esposa del diplomático español, Jacinto Mazuecos, y que ejercía de secretario general de la Embajada de España en Roma.

-Cariño enhorabuena. Eres una mujer excepcional. Me has dado un primogénito completo. Jacinto va a ser una maravilla de hombre. Estoy que no quepo en valija diplomática. Soy feliz. Y gracias a ti vida mía. En cuanto estés en condiciones y Jacintito también, te compensaré con creces y como es mi obligación de caballero español. Un nuevo Jacinto en la familia, mi padre y mi abuelo, ambos Jacinto, estarían tan orgullosos como yo lo estoy. Jacintito también será diplomático español como mi padre, mi abuelo y yo. Y para representar a España en el mundo como España se merece. Por todo lo alto y ancho. Cariño. Te quiero tanto. Y estoy tan emocionado que voy a llorar- le dijo Jacinto Mazuecos, secretario general de la Embajada de España en Roma a su recién parida esposa Maruja.

-Muchas gracias Jacinto. Eres muy amable y gentil- le contestó Maruja a su marido y mientras reprimía lo de gilipollas.

-Cariño. Se me olvidaba. Le van a hacer la “prueba italiana” a Jacintito. Y ya que estamos en Roma. Es una nadería de nada. Un médico pediatra le meterá a Jacintito el dedo en su culito. Si Jacintito llora, será cantante. Si sonríe y se calla será gay. Y si calla, sonríe y llora, será político. Es bueno saber su futuro. Aquí en Italia hacen esta prueba a todos los niños recién nacidos. Dicen que el primer ministro actual, cuando le metieron el dedo en su culito sonrió, lloró y se calló como un bellísimo querubín de Rafael. En Italia son muy cultos. Lástima que todo lo enturbien sus hombres políticos- le volvió a decir a Maruja su marido Jacinto.

-Jacinto. Eres gilipollas- le contestó ella en voz alta y muy clara”.

“Al entrar en la cafetería, olía a bragas sucias. El aire acondicionado funcionaba a toda pastilla, y los extractores también funcionaban con normalidad. No olía a slip o a calzoncillos sucios. El olor a slip o calzoncillos sucios es aún más hediondo. Olía a bragas sucias. Y el olor a bragas sucias era insoportable. Y nadie protestaba ni se tapaba los dos orificios de la nariz, seguían tomando café y bebiendo güisqui con refrescos de cola o de naranja con burbujas tranquilamente. En la cafetería olía a leona. Y a los parroquianos, parecía que les gustaba ese olor. Olía a leonas que les olía su sexo a leonas sin bañar. Leonas guarras. Y con las bragas puestas de una semana o más, y día tras día sin quitárselas.

El tipo al entrar en la cafetería, no advirtió el letrero que rezaba: “Se puede venir a este estableciendo con bragas sucias, sin bragas y con el sexo sin lavar. Abstenerse de venir así todos los hombres “. El tipo pidió un café con leche, se sentó en una mesa del fondo del establecimiento, y le dijo y advirtió a la camarera que llegaba limpio y aseado por dentro y por fuera. La camarera le sonrió, y le dijo que se bajara los pantalones y le enseñara su slip o calzoncillos.

-Le pido que me enseñe su ropa interior, porque hay que cumplir las normas. El dueño es muy escrupuloso, y si no cumplo con mi obligación me despide en el acto. Fuera el slip o calzoncillos, y me los da para que yo los huela. Después se lo llevo al dueño, y para que le quede claro que usted viene con el slip limpio. No crea que es nada personal, son las normas de la cafetería. Aquí sólo las mujeres pueden venir con las bragas sucias. -le dijo la camarera al tipo.

-¿Y no le importa que le enseñe mis atributos masculinos? -le respondió el tipo.

-Pues no. Estoy acostumbrada a ver todo tipo de penes. Penes pequeños, medianos, grandes y súper extraordinarios. ¿No estará usted acomplejado?- le respondió al tipo la camarera.

-Yo lo tengo, me refiero al pene, de tipo medio español. O sea, tirando a regular. Y me da un poco de corte que me lo vea usted, el dueño y todos los parroquianos. ¿Me puedo quitar el slip en los servicios y se lo doy desde la puerta? Es pudor. No vergüenza- le responde el tipo a la camarera.

-Vaya, vaya… Nos ha salido usted puritano. Aquí estamos acostumbrados a ver los penes que ya le ha referido antes y no nos asustamos con nada de nada. ¿Es que lo tiene usted tan pequeño como un niño? ¿O tan grande como un burro? Vamos, vamos… No sea usted miedica hombre. En los servicios no se lo puede usted quitar porque la gente mea- le volvió a decir la camarera al tipo.

-Bueno pues usted lo ha querido. Si las normas son así en esta cafetería- le vuelva a contestar el tipo a la camarera.

-¡Hostias! Eso es un pollón. No un pene. Señor, usted es de los súper extraordinarios. Yo diría que aún más que los súper extraordinarios. Tiene usted, con todo respeto, un pollón del treinta, eso por lo menos. Jamás había visto un pene tan grande y tan grueso. ¡Ay, Dios mío! Espero que le huela el slip. Las camareras copulamos con los clientes que son unos guarros- le contestó la camarera al tipo.

-Yo ya se lo había avisado. Lo tengo algo más grande de la cuenta. Me ducho dos veces al día y siempre me cambio de slip después de ducharme. Huelo a rosas. Y el slip también- le volvió a remachar el tipo a la camarera.

-Además de tenerlo súper extraordinario, este tipo es limpio. El muy gilipollas. Nunca jamás había visto algo tan súper extraordinario, largo y grueso. Y no lo voy a probar. ¡Qué asco con los tipos limpios y aseados! ¡Ay Señor!- se dijo a así misma la camarera mentalmente y con el slip de aquel tipo en la mano”.

El ciudadano perruno Igor González, camina en pos de su autobús. Ese que lo llevará a su apartamento de alquiler. Camina obnubilado. Consciente. Sereno. Entusiasmado. Y sin dolor de cabeza. Aunque camina con las dudas de si su señor padre es el que idea los relatos diarios que le cuenta. Esos que son imaginativos y sacados de todo tipo de ese academicismo carcamal que pretende que sus normas no sean nunca trasgredidas. Algo que ni casa ni por asomos con la creatividad, lo novedoso y la imaginación que debe de tener un escritor que no desee copiar, plagiar ni repetirse como lo hacen otros muchos.

Publicidad

Comentarios

©Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta noticia sin autorización expresa de la dirección de ahoraGranada
Publicidad
DÍA A DÍA
Desarrollado por Neobrand
https://ahgr.es/?p=51802