sábado 18 mayo
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Relatos cortos sin recortar (El ciudadano perruno IGor González XL) (31-7-2015)

El ciudadano perruno Igor González (XL)

 

El ciudadano perruno Igor González está reflexionando. Se rasca la cabeza. Aunque no tiene caspa. Se mesa los cabellos. Se toca la frente. No tiene cuernos. Y reflexiona sobre las cosas de su vida perruna. La vida perruna es conspicua, pero sin ladrar. Estima el ciudadano perruno, que cuando muera por muerte natural le gustaría reencarnarse en una hermosa piedra redondeada que esté ubicada en lo más promontorio de una colina bella y convencional. Esa altura que nunca ha tenido apetencias de ser una cordillera salvaje e inhóspita. Una piedra de gran tonelaje que nadie desee poseerla en su jardín ni exhibirla en una plaza pública de una ciudad cualquiera. O quizá la reencarnación del perruno podría ser convertirse en un río pequeño que nunca deja de tener agua en su cauce. Y porque su caudal hídrico está formado por pequeños riachuelos que han nacido en las cumbres de las altas montañas nevadas. Un río pequeño de alta montaña siempre está impoluto. Y porque sus aguas no están contaminadas por nada ni por nadie. Un río exiguo que después se funde con otro más grande, ese que llega al mar como un gran torbellino de aguas. Un Danubio, por ejemplo. Aunque al ciudadano perruno también le gustaría reencarnarse en una estrella bastante lejana que nunca deja de tintinear allá por el espacio infinito. O en una constelación con forma de persona humana o de diablo cojuelo. Hay tantas cosas en las que se reencarnaría el ciudadano perruno, que siempre divaga en lo de reencarnarse. En mujer también le encantaría, ama tanto a las mujeres.

 

En este mediodía de calor insoportable con temperaturas africanas, avanza el perruno camino de la casa de su padre. Va a por su ración diaria de relato paternal. El perruno va a coger sus vacaciones estivales y piensa darle más forma a otra novela que espera su turno, pacientemente, en su ordenador. El perruno ciudadano labora y dispone con el afán de construir las más posibles novelas. Esas escritas que espera que sean del gusto y agrado de los lectores. Aunque el perruno conocen bien que se publican muchos libros de prosa que nunca son del favor de los lectores. Y que otras novelas, no se sabe bien el por qué, será que están mal escritas o que los lectores son receptivos, triunfan por arte de birlibirloque. Por no se sabe el por qué. Camina despacio el perruno ciudadano. Va fijándose en todas las personas que se cruzan en su camino. Aunque con las mujeres, galán perruno ya viejo conquistador, se fija mucho más. Es un adorador de damas. Y sería capaz de tener una aventura amorosa con casi todas las que se cruzan en el camino que lo lleva a la mansión de su padre. El ciudadano perruno tiene boca y manga ancha para amar a las mujeres. Piensa que cada una de ellas posee un encanto especial. La que es guapa por belleza. La que es menos bella por interesante. Y las feas porque hay que tener caridad, no cristiana que prohíbe muchas cosas del amor libre, con ellas y amarlas como si fuesen bellísimas. Y conoce que de las mujeres que hay que huir como alma que lleva a Dios. Y que son de las que son inteligentes y tan pragmáticas como un opa hostil de un banco enorme a otra entidad bancaria más pequeña. Esas mujeres que son ellas las que deciden en lo del amor en pareja. Esas mujeres inteligentes que son más peligrosas que un áspid de siete cabezas. Aunque si se enamoran, son las mejores para conjugar el verbo amar en plenitud. Y también son las únicas especialistas en dejarte por otro tipo mucho más insignificante y estúpido que tú, pero que posee una cantidad ingente e incontable de dinero de curso legal o ilegal. Las mujeres todas son como manzanas rojas tan apetitosas que un incauto puede dejar el paraíso terrenal por ellas. Y suelen ser tan hermosas o más que la piedra redondeada con la que sueña el ciudadano perruno para reencarnarse cuando deje de ser persona y se convierta en un muerto de hambre que está falto de vida. El perruno solo se ha enamorado una vez en su ciudadana vida, y cree que todavía está enamorado de esa misma mujer. Una pelirroja de pecas en sus mejillas y con una boca que siempre le supo a agua fósil e idealizada. Esa mujer que lo dejó por otro que mentía mejor que los políticos de quita y pon. Un tipo ruin que la engaño con falsas promesas de amor y de matrimonio. Un tipo que fue un hijo de puta de los muchos que caminan erguidos como primates que solo se dedican a coleccionar mujeres incautas, aunque inteligentes. Ahora el perruno está curado de espanto y de damas que saben abrir y cerrar los ojos como máquinas que hacen el amor sin amor. El desamor es ahora el único socio capitalista del ciudadano perruno Igor González en el amor. Y no le van mal al perruno los negocios de amor con desamor. Es tan feliz como una ameba.

 

Ya ha llegado el ciudadano perruno a la casa de su señor padre. Y lo encuentra regando las flores de su jardín con vistas a la ciudad y a la sierra que está nevada durante gran parte del año. Suda a chorros el padre del perruno, pero se alegra de que su hijo haya llegado. El padre del perruno ciudadano es besucón por naturaleza, y besa a su hijo en la mejilla. Y le comenta que tiene para él un buen relato corto y sabroso. Aunque también le comunica que le ha cocinado una merluza con gambas, almejas y chipirones que le va gustar mucho a su paladar de perruno humano que gusta una barbaridad del pescado y del marisco. Y que el guiso lo van a regar con un vino blanco excelente, muy fresco, de Rueda. Y que después de todo, con un café y un brandy de por medio, le va a relatar el relato del día…

 

“A las cinco de la mañana el cielo está cerrado, su puerta es un baluarte oscuro lleno de lejanas y nítidas estrellas que impide ver el color de las cosas. Al amanecer la puerta comienza a abrirse, y los árboles empiezan a tomar su sitio, sus formas y sus ramas y hojas. Las casas también ya son casi visibles. Y los ruidos de la ciudad escandalizan mucho con sus tonalidades diferentes, todas muy ruidosas e insoportables.

 

Estoy en pie. Me levanto todos los días a las cinco de la mañana, y para realizar las tareas diarias. Aunque el desayuno de hoy me ha sentado mal. He vomitado. Mi vida no es maravillosa, pero los desayunos me suelen sentar tan bien que no necesito comer nada hasta el mediodía. Me bebo un vaso de agua, y a la faena. La mato. Hoy voy a asesinarla con una frialdad y alevosía que hasta a mí me asusta. Toda la noche no me ha dejado dormir cómodo, sus movimientos me han hecho no pegar ojo. Es lo asqueroso puro y personificado. La mato. Y me quedo tan tranquilo. ¡Será hija de puta!

 

He encendido todas las luces de la casa, y para encontrarla pronto. No quiero estar dando palos de ciego. La mato seguro. Es asquerosa y sobona. Y no me gusta que me toque. Se me ha parado en la boca cuando estaba dormido, y la he notado blanda y sucia. Voy armado. Y la mato en cuanto la tenga a la vista.

 

¡Allí está! No te escapas. La he rociado con insecticida. Y ha caído la muy mala pécora al suelo desde el cristal de la ventana. Se está retorciendo en el suelo. Y yo estoy regocijándome de verla sufrir con toda la maldad de mi alma cristiana. Voy a pisarla. No. Que se joda con una muerte lenta. Esta puta mosca, no me vuelve a dar una mala noche.

 

Ha estado bien el asesinato. Ha sido rápido y profesional. La mosca está patidifusa. Y voy a lavarla para quitarle el insecticida. Ya tengo, por lo menos, más de dos mil moscas muertas congeladas en el frigorífico. Y con las que me cocinaré, este fin de semana, una rica tortilla de moscas con un poco de ajo y perejil. Me salen muy jugosas y blandas, las tortillas de moscas. Y para la semana que viene, comenzaré a asesinar arañas grandes y pequeñas. Me han comentado, que las arañas también están inmejorables en estofado con patatas. Asesinar cucarachas, para comérmelas en sopa con atún y gambas, todavía me lo estoy pensando. El otro día pisé una, y le salió un cardo interior blanco que no me gusto lo más mínimo. Tenía el caldo de la cucaracha un color a natillas blancuzcas, como el color de pus. No me entró por el ojo. Los grillos cebolleros, sí deben de estar mucho mejores de color y de sabor.

 

Mi mujer se separa de mí, ¡vaya una sorpresa!, me ha denunciado en el juzgado competente por una notable e insalvable incompatibilidad de gustos culinarios. Alega mi mujer, pronto mi ex mujer, que cocino muy mal. Que la tortilla de moscas me suele salir algo requemada y con mucho sabor a ajo. Y que el estofado de arañas no es de su agrado. Que lo prefiere de otras sabandijas como las avispas,  las salamanquesas o las cochinillas de la humedad. Y que los grillos son de un sabor muy parecido al de los escarabajos peloteros. Que no me soporta, en definitiva. Y yo sospecho, que todo esto es porque ha conocido a un tipo que corta maravillosamente bien el jamón. Y que también sabe asar la ternera de forma idónea en la plancha de una parrilla a fuego lento de leña de encina. ¡Cosas de mujeres! Me voy a poner tibio de grillos cebolleros, de cucarachas y de arañas. Y no me voy a lavar nunca más los dientes. Y también me voy a levantar a las diez de la mañana. Soltero, y sin ningún compromiso. Que sea lo más pronto posible e imposible, lo de la separación y posterior divorcio. Con mis ochenta años ya cumplidos, me voy asustar ahora de cualquier cosa. ¡A la leche con Encarnación María de la Santísima Trinidad!”.

 

Y vuelve el ciudadano perruno Igor González a su casa satisfecho con el relato de su padre. Ha sido corto e interesante. Las cosas de las damas en el amor le encantan al perruno ciudadano. Ahora ya ha refrescado. El sol se ha perdido por el ocaso de un oeste que se tornó abarajando. Y ahora el perruno ciudadano solo mastica la idea de darse una fantástica y refrescante ducha que lo transporte a una cena ligera a bese de buen queso, algo de jamón serrano, unas frutas variadas sin abundancia y un yogurt con mermelada con moras del campo. Y a dormir que las mañanas se le hacen realidad al perruno en un pis pas. Solo duerme siete u ocho horas. No es un lirón durmiendo. Aunque antes de dormirse con placidez, el ciudadano perruno siempre tiene unos lindos pensamientos recordatorios para todas las damas a las que amó en su perruna existencia.

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