jueves 2 mayo
Opinión  |   |

Relatos cortos sin recortar (María "La Perejila") (14-7-2014)

María “La Perejila”

Su cara abotargada llenas de pústulas y de barrillos negros, redonda como una naranja de color cetrino, es la recreación de la fealdad femenina. Sus cabellos negros aceitosos y rizados. Y su cuerpo de foca barrigona. A María “La Perejila”, tan esbelta como un saco de patatas, le gustan tanto los hombres que siempre va hablando de ellos. Y también, a voz en cuello, siempre comentando lo que le ocurre a diario a su propio “perejil”. Así es como llama María “La Perejila” a su vello púbico. Lo llama “perejil”. Y por esto a ella la llaman, María “La Perejila”. Sus peripecias con el “perejil”, pobre mujer enajenada, son siempre capítulos de coitos con hombres maravillosos que la hacen feliz y la llenan de placer sexual. María “La Perejila”, que se conozca en su pueblo, nunca ha yacido con hombre alguno, y, a pesar, de que ella siempre asegure que los hombres la acorralan para llevarla al catre diariamente. María “La Perejila”, es un vómito andante con su cara anaranjada llena de maquillaje y de carmín rojo como los pétalos de los geranios. Y su boca pagana es una excomunión cuando se burlan de ella sus vecinas, y al referirle que jamás ha copulado con hombres interesantes, y con la excepción de que se folla al tonto del pueblo. Ese tonto oficial que tiene una minga como la rama enorme de un almendro.

A María “La Perejila”, mujer digna de compasión y solidaridad humana, le ha salido un pretendiente cabal. El hijo soltero viejo y abogado en ejercicio de la dueña de la casa en la que ella trabaja a diario como asistenta doméstica. Un tipo canoso y remolón con eso del casamiento a una edad prudente. Y que nunca ha yacido con doncella alguna ni con puta a precio aconsejado. Eduardo, así se llama de nombre el abogado soltero viejo, solo se ha dedicado a la abogacía y a llevar saneadamente las fincas de olivar de su señora madre. Una dama que heredó a la muerte pronta de su marido, una inmensa fortuna en dineros físicos, acciones bancarias y las referidas fincas con más de un millón de olivos en plena producción oleosa. El tipo, el soltero viejo y abogado en ejercicio, parece que ha visto de cerca el “perejil” de María “La Perejila”. Y tentado a mano en su extensión muy considerable. Para los solteros viejos, no hay nada mejor que un sexo poblado de “perejil”. Y la cosa va en serio, pero con la dama hacendada y madre del novio soltero viejo en contra de este matrimonio. Y ya que Eduardo le ha pedido a María “La Perejila” que se case con él, y porque está completamente enamorado de su sexo con una hectárea de “perejil” púbico. Y a María “La Perejila”, loca de contenta, le ha dado un patatús por la inmensa alegría y también porque se lo va a estregar a sus vecinas por el careto.

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