martes 7 mayo
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Relatos cortos sin recortar (Reflexiones para olvidad tiempos peores) (3-11-2014)

Reflexiones para olvidar tiempos peores

El sillón es el puesto de mando. Desde allí sentado y escuchando a Mozart, casi absorto, aquel hombre repasa otros tiempos peores. Recuerda otro sillón y el pequeño salón en el que se dedicaba a dormitar en la mañana, y después de haber estado escribiendo toda la noche. Aquel hombre había estado escribiendo poemas para un poemario vivencial que, una vez que lo había terminado, ninguna editorial se lo publicaba porque la poesía no la lea ni la madre de los poetas. Y en el salón de ahora, sentado en el sillón nuevo, observa las librerías repletas de libros que él sí los ha leído en casi toda su totalidad. Y porque a aquel hombre le interesa leer todo libro que cae en sus manos. También observa un óleo que pintó hace muchos años, ese cuadro que siempre lo acompaña a todas las viviendas por la que va pasando como inquilino. El cuadro representa una calle con altos edificios y automóviles aparcados en ambas lados de la vía pública. Aunque solo resalta un coche amarillo que está en primer plano. El hombre reflexiona en silencio. El hombre ahora es mucho más feliz. Ya le han publicado variados libros de poesía. Y su corazón está libre.

No obstante, un atento y buen observador del hombre que fuese invisible y pudiese estar viéndolo sentado en el sillón del espacioso salón que ahora posee el apartamento en el que vive el hombre que reflexiona para olvidar tiempos peores, notará, sin duda alguna, que este hombre posee una mirada algo nostálgica y retraída porque sus recuerdos del ayer vagan como almas que penan en un piélago de calamidades. Sus recuerdos también tienen tintes nostálgicos porque ha sufrido bastante con los avatares que proporciona la vida caníbal a los incautos que aman las libertades. La felicidad social no existe. Solo se producen en los hombres algunas pequeñas felicidades domésticas que rápidamente son absorbidas y fagocitadas por las grandes maldades terribles que son torturadoras fatales de las personas. La vida social es una máquina impersonal que tritura a los hombres. Un artefacto que los machaca. Una celada que es cómplice de la vieja Parca Atropos, la que corta los hilos de la vida de las personas. Aunque el hombre es un luchador nato que no se rinde jamás. Aguanta los avatares de la vida valientemente. Y sospecha que triunfará.

El silencio y la soledad son los dos amigos diarios íntimos e indispensables del hombre. El hombre no necesita más amigos. Aunque trata como tales al viento que mueve las hojas de esos tres naranjos que divisa plantados en la pequeña plaza que está junto a su vivienda. También trata como a un amigo a esa lluvia fina que cae cuando las nubes se han parado por la acción estancadota de las altas montañas. E igualmente, es amigo de los cielos abiertos tan azules como los ojos de su mejor amiga europea. No es infeliz el hombre. Es producto de su tiempo. E engranaje de un reloj que marca lo finito que es el hombre. Ese hombre al que azota todos los días un bárbaro y atroz dios que es el tirano de las vidas humanas. Amar y trabajar. Trabajar y ser protagonista del desamor. La vida.

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