sábado 27 abril
Opinión  |   |

Sevilla nos calla

Qué tiempos aquellos en los que el ‘Sevilla nos roba’ cerraba mítines, encuentros sociales, lemas de plataformas furibundas rebosantes de indignación ante el presunto expolio que se realizaba desde el Gobierno de la Junta de Andalucía. El caso es que esos gritos lograron acallar una serie de inversiones -qué mérito de tantas personas- que transformaban y modernizaban nuestra ciudad con cantidades millonarias. Pongo dos ejemplos: el nuevo hospital de San Cecilio, en el PTS, o el Metro.

Hoy día, desde que Moreno Bonilla aterrizara en San Telmo a pesar de no ser la lista más votada (otra frivolidad de los tiempos), con el apoyo de VOX (lo que son las cosas) en 2020, esas voces fueron contagiadas por una tremenda afonía que apagó sus timbres rebeldes. Podría pensarse que Bonilla lubricó todo aquello que funcionaba tan mal y que, tras 40 años de infamia, una Epifanía de buena gestión palió todo agravio y todo empezó a ser luz en el lugar donde habitaban las sombras.

Pero vivimos tiempos de posverdad, tiempos en los que el relato impone su peso a los hechos. La objetividad se subordina a un sujeto mayor que contará siempre con el aplauso y el aliento del coro de voces de tenores huecos del que tanto receló Machado en su vida.

No es verdad que ahora las cosas vayan mejor. No es verdad que Sevilla no nos robe. Es más, Sevilla, entendida ésta como el poder administrativo en el que habita el Gobierno andaluz, jamás nos robó. Esa maquinaria política podrá haber tenido a Granada en una consideración menor a la que esta tierra siempre mereciera como capital judicial de todo el territorio andaluz, como capital económica, social, cultural e histórica del oriente andaluz, pero jamás nos robó nada. Y diría más, es precisamente ahora cuando Granada ha sido más ultrajada que nunca, más saqueada que nunca, más ninguneada que nunca. La única diferencia es que ahora Sevilla nos calla, ordena guardar un silencio cómplice a quienes sostenían pancartas y gritaban en los atriles. Y vamos con ejemplos palmarios.

La Alhambra. Con el tiempo descubrimos que no existía ningún túnel por el que el dinero recaudado por el monumento fuera trasladado en billetes de 50 hasta el mismo Palacio de San Telmo. Moreno Bonilla decidió esquilmar las arcas alhambreñas a plena luz del día. Aprovechando la crisis de la pandemia, la Alhambra fue descapitalizada, ¿escucharon alguna voz quejarse? Yo no. A lo mejor, porque ahora dirigían la gestión del monumento.

El Parque de las Ciencias. Un lugar que, con el tiempo, se convirtió en el segundo espacio cultural más visitado de Granada. Un museo interactivo único en España que se hizo un hueco gigante en los parques de Europa gracias a la excelencia de su labor. Pues bien, de repente se adoptó la medida de que el Parque de las Ciencias tenía que gestionarse desde Sevilla. Tal cual. Y ahora, en Granada no se puede mover ni un solo papel sin que Sevilla lo autorice. Algo muy parecido ha sucedido con Cetursa, hace solo unas semanas, o con la Escuela Andaluza de Salud Pública.

Me voy a detener en este punto. Resulta que el gobierno de Bonilla quiere que Granada sea la sede de un futuro Instituto Nacional de Salud Pública en el marco del programa de descentralización iniciado por el Gobierno de España. Y eso lo quiere hacer con la siguiente hoja de méritos: desmantelamiento de la atención primaria; paulatina privatización de elementos esenciales en la investigación biosanitaria, como la Fundación FIBAO o las pruebas de cribado del cáncer de mama; recortes salvajes en la inversión pública enmascarada tras programas de contratación que son trampantojos… y, por último (por ahora), la eliminación de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Así es como Moreno Bonilla, Carazo y todo el PP andaluz pretenden que Granada albergue ese nuevo instituto. Cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta de que el desprestigio no suma en una carrera como esa. El borrado sistemático de todo aquello que ha hecho históricamente de Granada un espacio referencial en el ámbito de la salud no es el camino, y mucho me temo que, si esta ciudad tuviera posibilidades de lograrlo, todas ellas están siendo derribadas, una a una, por una estrategia política que en absoluto y para nada, pretende hacer de Granada un mejor territorio, sino única y exclusivamente, el campo de batalla en la pugna partidista de un PP que solo sabe confrontar, y que ha hecho de nuestra ciudad una sucursal de Moreno Bonilla y su interés por mover la silla de Feijóo llegado el momento. Algo que Granada pagará muy caro.

Y ahora nadie grita, nadie llora, nadie sufre. Da la sensación de que no importaba tanto Granada y sus dolores, como quién dirigía la política andaluza en Granada. Ahora callan, callan y con su silencio aplauden a quienes nos desprecian. Qué le vamos a hacer.

Publicidad
©Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta noticia sin autorización expresa de la dirección de ahoraGranada
Columnista
Juanjo Ibáñez

Concejal del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Granada

Publicidad
DÍA A DÍA
Desarrollado por Neobrand
https://ahgr.es/?p=240364