viernes 26 abril
EL REPORTAJE AG  |   |

Una deuda pendiente con la naturaleza

La mano del hombre se convierte en imprescindible para tratar de recuperar el pulmón verde de Cenes y Granada que ardió este verano · Evitar a los perforadores o la sedimentación, objetivos inmediatos para frenar daños irreparables

Los trabajos en la zona son mixtos, al usarse maquinaria y animales como mulos para la retirada de árboles quemados. Foto: Álex Cámara

Los trabajos en la zona son mixtos, al usarse maquinaria y animales como mulos para la retirada de árboles quemados. Foto: Álex Cámara

La mano del hombre puede resultar tan constructiva como destructiva a partes iguales. Cuando el pasado verano el conocido como 'pulmón' de Cenes de la Vega y de una parte importante de Granada capital echó a arder, presuntamente por un rito pseudoreligioso, nadie podía imaginar que la situación provocaría imágenes desoladoras además de datos escalofriantes, como que la zona tardará 70 años en recuperar su aspecto natural, el de antes de aquél fatídico 22 de agosto.

La deuda contraída de los humanos con la naturaleza es amplia, pero tras desastres de este tipo aumenta considerablemente, al tener la obligación de aportar toda la ayuda posible para ayudar a regenerar la zona quemada por el incendio, que afectó a más de 200 hectáreas.

Después de un incendio forestal de estas características, todos los esquemas de trabajo están reconvertidos en varias líneas, aunque hay dos de ellas que destacan por encima de todas: la erosión y la posible emisión de sedimentos e inundaciones como consecuencia de la pendiente de los terrenos y la restauración vegetal.

El jefe de Área de Restauración Hidrológico Forestal, Juan Romero, ha explicado a ahoraGranada que aunque la mano del hombre cuenta para tratar de recuperar la zona de la mejor forma posible, también se deja que sea la propia naturaleza la que vaya asumiendo la autonomía y el control de la situación.

Así, en los trabajos de reforestación se le presta atención y se la ayuda con la construcción de elementos que mejoren o eviten situaciones irreversibles con el paso de los años. "Se tratan de evitar avenidas y laminar los sedimientos", ha señalado Romero.

Los perforadores, enemigo público

En una superficie quemada, uno de los trabajos más importantes consiste en evitar enemigos indeseados como los perforadores, unos insectos que aprovechan la ausencia de savia en los árboles, se introducen en la madera y van teniendo sucesivas generaciones hasta convertirse en una plaga difícilmente extinguible.

Los perforadores forman parte de los incendios con madera quemada, como el de Cenes de la Vega, y aunque existen en plagas pequeñas es necesario luchar contra estos "oportunistas" de la naturaleza para que no afecte a las masas de pinar colindantes y provoquen así efectos devastadores.

La disminución de masa de agua en el tronco provoca la presencia de estos insectos, es lo que provoca que los esfuerzos se centren en retirar toda la madera quemada antes de marzo, época en la que si no se pone remedio la plaga puede ser incontrolable.

La maquinaria también es necesaria para profundizar en los trabajos. Foto: Álex Cámara

La maquinaria también es necesaria para profundizar en los trabajos. Foto: Álex Cámara

Retirar la madera quemada

Entre los primeros esfuerzos que se han desarrollado en este espacio de Cenes de la Vega, convertido en un solar carente de pinos verdes y zona de arbolado, la presencia de perforadores ha provocado la necesidad de retirar inmediatamente todas las especies de árboles dañadas por el incendio.

Aunque según Romero es "difícil" estimar el volumen de la madera que se saca, se estima que en principio la madera afectada puede suponer unos 1.500 metros cúbicos o unos 5.000 metros cúbicos de residuos de los que ya se ha retirado de la zona el 35%.

¿Y qué se hace con los troncos que van retirándose? El procedimiento incluye una adjudicación administrativa a una empresa que es la encargada de retirar todas estas especies, tritularlas y posteriormente habilitarla para combustible o fabricación de pales.

Esta retirada se hace empleando maquinaria o mulos, una fórmula mixta que se emplea dependiendo de la zona en la que se tenga que trabajar y que está condicionada por la fácil o difícil accesibilidad.

Un trabajo de dos

Pero todo el trabajo no recae en la mano de los hombres que trabajan desde hace semanas en Cenes, pues también se permite que sea la propia naturaleza la que vaya tomando las riendas de la situación.

Así, por una parte se produce una repoblación en las partes que no tenían arbolado y, por otra, se intenta colaborar a la regeneración en las zonas arboladas que se están desarbustando: "Habrá un nacimiento importante de pinar y matorral que no se va a tocar, se dejará que la naturaleza haga su función", explica Romero.

Solo se repoblarán las zonas donde existían rasos importantes a base de vegetación climática con especies como coercíneas, encinas, quejigos o matorrales y pinares, para ayudar a la naturaleza a recuperar de "la mejor manera posible" una zona de influencia tan importante sobre Granada y el río Genil.

Para que nadie nunca olvide lo ocurrido hace ahora tres meses, el proyecto contempla dejar zonas sin tocar, que sirvan como "recuerdo" de lo que la naturaleza es capaz de hacer y cómo han ido evolucionando los trabajos.

Lo que el hombre ha destruido tendrá que ser restaurado por el propio hombre para evitar que su deuda con la madre naturaleza siga aumentando hasta límites incalculables.

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