martes 30 abril
Opinión  |   |

A favor de un gobierno social

El 23 de julio trajo una noche de esperanza a todos los que creemos en el progreso social. El conjunto de partidos que forma parte del gobierno o de su apoyo parlamentario revalidaba una mayoría exigua que le permite dar continuidad a un proyecto progresista y frenar el avance de una derecha cada vez más radical.

Ese gobierno, a pesar de sus limitaciones y conflictos, ha conseguido un salario mínimo interprofesional superior a mil euros, un incremento de las pensiones de acuerdo con el IPC y la implantación de un ingreso mínimo vital. Contradiciendo los augurios de la patronal, ha impulsado una reforma laboral que recupera derechos y que ha promovido más de 21 millones de afiliados a la Seguridad Social. Ha reducido el copago sanitario, ha impulsado la formación profesional y ha extendido la educación infantil de 0 a 3 años. Ha hecho su trabajo, que era mejorar la vida de la gente en un contexto de recursos limitados.

Nuestra derecha de patriotas melancólicos y pulserita de colores, por el contrario, intentó ganar las elecciones sin una sola propuesta. Se limitaron a generar un clima de miedo e insulto permanente que repitieron desde todas las tribunas políticas y mediáticas a su alcance. Intentaron cubrirlo todo con un manto casposo de txapotes, okupas y destructores de España con el que ahora también quieren contaminar la investidura y la formación del nuevo gobierno. Y no debemos permitirlo.

Ya hace años que optamos por una realidad política con múltiples partidos en la que la formación de cualquier gobierno pasa por un pacto previo. Esta vez volverá a ser así y es normal que esos pactos, sus condiciones y sus protagonistas, ocupen la agenda pública y la atención de todos nosotros y nosotras, pero no debemos olvidar que se trata de un debate pasajero. El verdadero viaje se inicia cuando se convoca el primer Consejo de Ministros. Superada la investidura, el gobierno debe centrar la legislatura en volver a desarrollar un programa reformista.

Los grandes bancos baten todos los récords de beneficios, pero se oponen a pagar un impuesto extraordinario. La riqueza de los españoles en paraísos fiscales equivale al 10% del PIB. El litro de aceite está en 10 euros, el Euribor por encima del 4% y la gasolina un 15% más cara que a principios de año. Ya van 51 víctimas mortales por violencia de género. ¿Seguro que estamos hablando de lo que tenemos que hablar?

Queda mucho por hacer. La izquierda no necesita nuevos retos sino acierto para superar los que todavía tiene pendientes. Comprendo el protagonismo del debate sobre la ley de amnistía y que el gobierno deberá cumplir sus compromisos, pero no se gobierna para priorizar los objetivos de los demás sino los propios.

Seguro que los 12 millones de personas que votamos a alguno de los partidos que sustentan al gobierno preferimos que ésta pase a la historia como la legislatura que aseguró el futuro de las pensiones, la que desarrolló la ley de cambio climático, o la que consolidó un modelo educativo capaz de impulsar a nuestros chavales y chavalas hacia un futuro más decente.

Es importante que el PSOE forme un gobierno progresista a pesar de las dificultades. Eso fue lo que sacó a votar a millones de personas el pasado 23 de julio en mitad del ruido que producía la campaña de odio impulsada por los socios PP-Vox. Más allá de los excesos de la derecha y de las ocurrencias de los independentistas, millones de personas entendieron que hay cosas más importantes en la agenda y que solo podían ser impulsadas por un gobierno de progreso. Un gobierno que todavía esperamos y en el que mantenemos la confianza.

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Columnista
Pablo Hervás

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