martes 30 abril
Opinión  |   |

A nadie le importa

A nadie le importa lo que llevas puesto en tu cena de navidad o fin de año.
A nadie le importa si te lo has puesto antes para otros eventos festivos.
A nadie le importa si te lo pusiste el año pasado.
Y a nadie le importará si te lo pones de nuevo el año que viene.

Llega uno de los momentos más complicados del año cuando hablamos de estilismos. Las cenas, compromisos y jolgorios se magnifican y es el momento en el que queremos destacar un poco. En la selva de los looks navideños encontramos cucarachas, luciérnagas, leopardas, osas pardas o polares, guacamayas, conejas e incluso lagartas. Y perdonen que focalice en el género femenino pero creo que el masculino tiene poca fantasía que aportar a esta jungla estilística.

A mí siempre me ha parecido muy divertido arreglarme - y ver arreglada a la gente - pero de unos años a esta parte la conciencia está controlando a la fantasía y estoy siendo más consciente de lo que implican estos excesos fashionistas navideños.

La moda es la segunda industria más contaminante del planeta según la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (la primera es la industria petrolera). Algo que puede parecer “tan inofensivo” como la ropa supone un problema global y que cada vez es más acuciante. Porque unos vaqueritos solos tirados en la silla del cuarto no hacen daño a nadie, podréis pensar, pero miles y miles y miles de ellos siendo producidos y desechados día a día está generando tanto problemas de contaminación como de gestión de residuos en el que debemos ir poniendo el foco.

El concepto de moda sostenible, aunque se repite mucho, en estos momentos es algo un tanto abstracto y difícil de aplicar en nuestro día a día, pero sí que hay una serie de consejos, ideas o propuestas que están a nuestro alcance para intentar reducir nuestra huella ecológica.

Hay una norma muy sencilla de seguir y de recordar: Si esa prenda que estás a punto de comprar no te la vas a poner más de 10 veces, no es sostenible.

Pero claro, llega Mariah Carey con todo su falsete, Tomás Olivo le da al botón del árbol del Nevada y Canal Sur empieza a reproducir el villancico más guay de la historia y, claro, nos volvemos locos con los looks de fantasía navideña. ¿A quién no le apetece un lentejuerío? ¿Un pelerío? ¿Un transparenterío? Y perdonad que os diga, o tu agenda se parece a la de Dua Lipa o esa ropa no te la vas a poner en muchas ocasiones.

Existen algunos truquitos para que esas 10 veces no solo se cumplan, sino también aumenten. Por ejemplo, jugando con combinaciones y complementos para conseguir looks diferentes; teniendo en mente cómo modificar dicha prenda para darle un nuevo uso (o incluso relajarlas para conseguir looks de diario); potenciar la moda circular pensando en a qué persona puede gustarle para que se la regales y, para acabar, vendiéndola tras su uso en alguna app de compraventa de moda.

Para un “fashion victim” como yo hacer estas cábalas no es tan fácil, porque entiendo perfectamente de dónde viene el deseo de “lo nuevo”, de cómo un look puede intensificar la alegría de un momento, de cómo a veces queremos brillar y nos olvidamos de pensar... Pero todo esto no es más que una nueva estratagema de capitalismo que nos arrasa y nos deja medio tontos.

Por eso vuelvo a emplazarte a leer el comienzo de esta columna y que te grabes en la cabeza que si una prenda te gusta, ¡puedes repetirla hasta la saciedad! Por supuesto, la saciedad propia, no la ajena.

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Columnista
Gafas Amarillas

Periodista y Creador de Contenido

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