jueves 16 mayo
Opinión  |   |

Consejera sobrante

El PP de Granada ha presentado una candidatura electoral en la que se censura a sí mismo y despide a todos sus concejales. Parece que no había ninguno bueno y les han notificado por la prensa que ya no sirven. Coincido con la señora Carazo en que los actuales concejales del PP no han estado a la altura de lo que Granada merecía. De hecho, han protagonizado algunos de los episodios más tristes de la política local de los últimos años, como el intercambio de la alcaldía de Granada a cambio de favores en otras ciudades en 2019, o el lamentable abandono del Gobierno de la ciudad en 2021.

Con la elaboración de la lista, el PP reconoce ahora su fracaso y se deshace de todos sus actuales concejales y concejalas sin contar con el partido local y haciendo que se enteren por la prensa. Es fácil escuchar estos días la indignación de muchos concejales y militantes del PP de Granada por tanto desprecio. Quienes pretenden gobernar la ciudad no saben gobernar su propio partido.

Lo más llamativo es que estas personas actuaron siguiendo las instrucciones de quienes ahora los jubilan, es decir, el PP de Sevilla y la propia Marifrán, que ya formaba parte del gobierno andaluz, todo lo cual confirma que la razón de esta criba tiene poco que ver con el arrepentimiento y mucho más con la falta de autonomía del PP de Granada, en el que hace tiempo que todas las decisiones le vienen impuestas desde arriba.

La candidatura del PP es un nuevo ejercicio de poder del PP de Andalucía, empezando por la propia señora Carazo, la consejera sobrante, que llega a Granada tras un nuevo “dedazo” de Moreno Bonilla. El presidente de la Junta nos impone como candidata -a los granadinos y a su propio partido- a una señora que apenas conocemos y que sigue asociada a un caso oscuro de adjudicación irregular de contratos de carreteras que ya lleva su nombre: “el caso Carazo”.

Moreno Bonilla aprovecha el Ayuntamiento de Granada para soltar lastre y esconder aquí a los responsables de aquella chapuza, es decir, la razón fundamental por la que en Sevilla han designado a Marifrán es porque allí no la quieren.

La candidatura del PP para Granada es una aburrida mezcla de viejas glorias (como la propia Carazo, los Saavedra, los Ferreira) y una larga nómina de absolutos desconocidos. Los pretendidos “fichajes” del PP ofrecen un perfil profesional mediocre y una preocupante falta de experiencia en los asuntos públicos.

No es el caso del señor Catalina Carmona, bien conocido por ser el director general de Infraestructuras Viarias de la Junta de Andalucía y responsable directo de los contratos irregulares que constituyen el núcleo del “caso Carazo”. El señor Catalina Carmona ha sido expulsado de la Junta, junto a la señora Carazo, confirmando así la sospecha de que su responsabilidad en el “caso Carazo” es una amenaza para el Gobierno de Andalucía. Moreno Bonilla se los quita de en medio y se los coloca a los granadinos y granadinas.

Estamos frente a una situación inédita: una persona bajo sospecha pretende ser alcaldesa de Granada. A solo unos días de los comicios, Marifrán sigue sin dar explicaciones. Se limita a pasear por la ciudad, a hacerse fotos y a callar sobre cualquiera de los asuntos que preocupan a la gente. No sabemos si no tiene opiniones propias o si las está reservando para otro momento. Actúa -en definitiva- como si estuviera de paso, como quien estará en Granada lo justo para perder las elecciones y terminar en las próximas listas del PP para el Congreso o el Senado.

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Columnista
Pablo Hervás

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