martes 19 marzo
Opinión  |   |

Culos de hierro

Si repasamos la historia comprobamos que a Simón Bolívar, no solo se le conoce como el libertador de América, también, como culo de hierro dada su resistencia de estar sentado en su caballo. Luego, esa expresión se ha hecho extensiva a quienes se sientan sine die en una mesa de negociación sin ceder un ápice, o sin acudir a ella, se atrincheran en la comodidad de su tribuna repitiendo una y mil veces lo mismo sin aportar solución o alternativa alguna o, de aquellos otros que se aposentan en un sillín público, del que se creen dueños, como si ese asiento les correspondiera por derecho.

Existe la convicción del que resiste gana sin necesidad de hacer análisis o razonamientos más allá de clichés y argumentario recurrentes como forma de justificar lo absurdo, el abuso o una forma de vida, en este caso, personas profesionales de la política. Si a esto se le une tener culo de hierro el resultado no es otro que seguir disfrutando de las mieles de tan lucrativa habilidad, consentida por las propias organizaciones a las que pertenecen.
Los casos más recientes y llamativos son los del fascista Abascal y el oportunista Cantó. Y en esas está nuestro alcalde Salvador, que sin vergüenza política aguanta en el sillín, contra el Pleno del Ayuntamiento, contra la ciudad y contra el sentido común, convirtiendo sus posaderas en una plancha férrea a la espera de conseguir su objetivo: ¿otra silla?, posiblemente como la de Cantó, que ahora será el defensor del español en la ciudad del español para combatir en la capital del reino la invasión de la lengua mandarín, cruzada por la que recibirá la módica cantidad de setenta y cinco mil euros al año. Nada de volver a su profesión.

El todavía alcalde de Granada en la finalidad de mantenerse, no tuvo reparo de utilizar a personas de la Federación Española de Municipios y Provincias a fin de conseguir una entrevista con los dirigentes de la dirección federal PSOE para que no presentaran una moción de censura, invocando el pacto antitransfuguismo. No cabe más desesperación. Es querer lo imposible sin importarle el daño a la ciudad, ya diezmada por políticos del corte del actual primer edil. Eso sí, no repara en dar lecciones de buen gobierno y ética política y a la vez que pide ayuda a su antiguo partido, acusa al Ministro del Interior, sin tener base probatoria, de haber fletado un avión con inmigrantes sin control policial.

El perfil de Salvador, es el de una persona incansable en la persecución de su permanencia, como buen culo de hierro, pero también narcisista, como quedó constancia cuando hizo público el estudio morfopsicológico que lo sitúa como una persona con una "moralidad profunda y de tener los pies en el suelo", todo lo contrario de lo que ahora se percibe, pues no se conocen esas virtudes a quien precisamente se quiere mantener en un cargo en contra de toda ética política, aprovechándose de la legislación municipal que permite que un alcalde, una vez nombrado, solo puede ser removido mediante una moción de censura, aun cuando solo se sostenga a sí mismo, aprovechando la ruptura del grupo municipal de los populares granadinos, lo que podría suponer la elección de una persona como regidora de la ciudad que no pertenece a esa formación y la circunstancia de que su partido gobierna en coalición con el partido el popular y con el apoyo del partido fascista VOX, sin que se conozca más finalidad conocida que el “resistiré” habida cuenta que entiende que está siendo objeto de un chantaje, cuando este quien lo sufre es Granada, avergonzándola, tal y como se escenificó en el esperpéntico último pleno municipal. Uno por no dimitir con dignidad y otros por abandonar el salón plenario para escenificar un desacuerdo que ya era público y notorio, a modo de ajuste de cuentas, lo que constituyó una falta de respeto a la ciudad que no se merece este trato, por eso la única solución ética es dimitir y dar paso a una elección de alcalde o alcaldesa con respeto a las reglas democráticas.

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Columnista
Salvador Soler

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