martes 30 abril
Opinión  |   |

Un Ayuntamiento que bosteza

A Granada le ha quedado un ayuntamiento aburrido, previsible, sin pulso. El típico gobierno de derecha española que solo conquista el poder para mantenerlo, sin visión de futuro ni programa que ejecutar. Ninguno de los miembros del gobierno municipal sabría explicar en un minuto cómo debería ser Granada dentro de cuatro años, algo que sería impensable para un directivo medio de cualquier empresa.

No hay más consigna que la improvisación. Levantamos la persiana por la mañana y ya iremos viendo qué hacer, lo importante es que estamos aquí. Nuestro PP nunca ha sabido qué hacer con Granada, ha gobernado solo para estar y para que no lo hagan los demás. No tienen un plan porque no lo considera necesario, porque su idea de gobierno municipal acaba en el postureo institucional y en la promoción festiva de los valores más tradicionales. Son previsibles, casposos y planos.

Moreno Bonilla ha hecho a Marifrán un encargo muy sencillo: ocupar el tiempo y el espacio. Durar. No traían ninguna idea en la cartera y no tienen nada en la agenda. Granada ha vuelto a poner el piloto automático, la mirada en el retrovisor y el tiempo contado con reloj de arena. No debemos esperar nada nuevo en los próximos años, no están aquí para eso.

Esta derecha baja en cafeína practica un costumbrismo discreto, una política de alfombras y procesiones en la que el mejor gobierno es el que no da ruido. Los negocios funcionando, el centro limpio y las banderas al vuelo. Lo demás son cosas de progres que ahora no tocan.

El plan del PP era simplemente llegar al ayuntamiento para que no se notara que existe. Y lo estarían consiguiendo si no fuera por ese feo asunto de la adjudicación irregular de contratos de carreteras que firmaron, la ahora alcaldesa y su concejal de urbanismo, cuando eran los responsables en la Junta de Andalucía. Un pequeño detalle que no es capaz de borrar un cambio de despacho ni un éxito electoral. Algo imperceptible para un PP en el que la corrupción no existe, sino que es solo una forma de rencor alimentado por el odio de la izquierda.

¿Qué fue de los proyectos del gobierno anterior? No hemos vuelto a oír hablar del acelerador de partículas, de las empresas tecnológicas, del “Pacto de los Mártires”, de los premios Goya, de nada. Iniciativas de valor que duermen el sueño de los justos, no solo porque vienen de atrás, sino porque ni siquiera las entienden. Qué podemos esperar de una alcaldesa que solo ha aprovechado la cumbre de jefes de estado de la UE para quejarse de que no la han invitado a cenar.

Los ayuntamientos son palancas para mejorar la vida de la gente, pero si se tratan como simples cuotas de poder o territorios a conquistar, hay una inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas que verá cómo empeoran las prestaciones que necesitan. Justo lo que está empezando a pasar. Los ayuntamientos son importantes para los que nunca tendremos que pagar un impuesto sobre el patrimonio (exista o no), para los que necesitamos completar el salario con unos servicios públicos que estén a la altura de los impuestos que pagamos: la recogida de basura, los autobuses, las escuelas infantiles, la policía municipal, las bibliotecas, las licencias de urbanismo, el polideportivo, las actividades culturales, el IBI, las ayudas sociales. Media vida.

Todo esto es demasiado importante para no tomarlo en serio, demasiado complejo para no tener un plan, demasiado frágil para confundirlo con un mero ejercicio de protocolo y representación institucional. Hace tiempo que a los granadinos y granadinas nos sobran banderas y nos faltan oportunidades. No podemos permitirnos un gobierno que bosteza convencido de que ya ha hecho lo más importante: conquistar una mayoría absoluta.

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Columnista
Pablo Hervás

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