viernes 26 abril
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"La gente no va a dejar de comer jamón"

Entre preocupación por las ventas y confianza en "los productos de siempre", los carniceros de Granada ponen en duda el informe de la OMS

Joaquín prepara su puesto en San Agustín minutos después de abrir al público. Foto: J. Morales.

Joaquín prepara su puesto en San Agustín minutos después de abrir al público. Foto: J. Morales.

"Ocurre cada cierto tiempo". Ya pasó con la encefalopatía espongiforme bovina, las 'vacas locas', en el año 96, o con la influenza aviaria, la 'gripe del pollo', desde 2003. Pero ahora el nombre es más sencillo: cáncer. Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han emitido esta semana un informe que advierte de que el consumo de carne procesada es "carcinógeno", mientras que califica a la carne roja como "probablemente carcinógena". En Granada, los carniceros se muestran preocupados por las ventas pero confían en la seguridad de sus productos.

En el mercado de San Agustín, los modernos 'establecimientos gourmet' conviven con el comercio de toda la vida. Frente a frente, los productos delicatessen de Jamonzar y el puesto de Pepe, Palometas. El concepto es distinto, pero la mercancía y el espíritu similar. En su báscula, un recorte de prensa "de cuando aquello de las vacas locas". Advertía de que todo era "un número para sacrificar todas las vacas con cuatro años o más que ya no son rentables". Ahora extrapola la misma situación al cerdo, cuestiones económicas.

Este ganadero y comerciante considera que el informe "es una estrategia" y se muestra seguro del trabajo de sus veterinarios. "Cuando abres a un animal en canal se ve si tiene enfermedades", dice, al tiempo que enseña sus guías de origen. Asegura que a raíz de ese papel se puede conocer "hasta la leche que ha mamado el animal". Se muestra crítico con los expertos: "Cuando se estudian las carreras hay que cultivar también la mente", y opina que no han sido conscientes del daño que han generado. Pepe pide que especifiquen, que digan de qué carne han tomado las muestras, países y ganaderías.

También apela al Gobierno para que mueva ficha en defensa de la producción del país. Pepe cruza el pasillo y se dirige al tenderete de Joaquín, empleado de Jamonzar, que corta y pesa jamón. "¿Ves estos productos artesanos? Esto tiene mucho trabajo detrás". Cuidado de los animales, curación, elaboración... Y todo, según él, vigilado. Joaquín lo certifica. Su novia es inspectora de sanidad y bióloga, su madre médica, y Joaquín es aficionado al deporte. "También las verduras y las hortalizas son cancerígenas en exceso", compara.

A unos metros, en Casa Carmina, Jesús advierte de que "hay muchos intereses debajo de todo esto". Dice que es "un poco de guasa", pero no oculta su preocupación por la "inquietud del consumidor".

No coincide en esto el dependiente de Casa Lopera, junto al Centro Lorca. Miguel, un antiguo registrador de la propiedad, montó su negocio hace un par de años después de perder su empleo por la crisis, aunque ha vivido "entre jamones toda la vida". "España es un país de tradiciones", explica. Para él, las noticias de los últimos días son "un poco exageradas". Esta nueva advertencia —un estudio ya señaló en 2013 de que el consumo de más de 20 gramos de embutido al día aumenta la mortalidad— para él, es "otra más". Si a alguien afecta será "a la gente joven", pero confía en que los mayores seguirán acudiendo a su tienda, si no, "¿ahora qué vamos a comer?".

En una tienda de productos ecológicos, su empleado, que prefiere no reflejar su nombre ni el del local, no oculta su enfado. Pero en el otro sentido. Él sí confía en el informe, en los perjuicios de los alimentos procesados. Como alternativa propone comida como la de su establecimiento, natural y también sujeta a certificados.

"La gente no es tonta"

Minutos después de abrir sus puertas, Ana ha acudido a la carnicería José Luis, en Camino de Ronda. "La gente no es tonta", argumenta, "seguiremos comiendo carne". En una conversación con los trabajadores aparecen los tópicos de este debate: "Cada año sacan una cosa, ya hemos tenido noticias sobre el aceite, la fruta, los fármacos. ¿Entonces qué comemos?".

Entre las quejas, sonoras en contenido y forma, de José Luis, el dueño del negocio, los tenderos se cuestionan por qué en lugar de buscar cancerígenos no se dedican a investigar una cura contra el cáncer. "No les interesa", aseguran.

El debate generado en el corazón de la OMS, en Ginebra, Suiza, ha llegado a Granada. Está en los corrillos de las carnicerías, que en la mañana de este miércoles han levantado las persianas con una nueva alerta sobre los productos que les 'dan de comer'. A pesar de todo, dice uno de ellos, "le tenemos que seguir dando gracias a dios".

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