viernes 26 abril
GUERRA EN UCRANIA  |   | Luis F. Ruiz - Noelia S. Lorca | Fotos y vídeo: Álex Cámara

Solidaridad para 'combatir' desde Granada la invasión de Ucrania

La Iglesia del Santo Ángel Custodio se convierte en una de las 'bases' para recabar la donación de centenares de granadinos de productos que palíen los daños de la guerra

Mientras las bombas del ejército ruso tratan de hacerse con el control total en la invasión sobre Ucrania, a 4.000 kilómetros de distancia, desde Granada se 'combate' la guerra con solidaridad. Concretamente la que se aporta desde el Zaidín, en la Iglesia del Santo Ángel Custodio, donde organizados por el párroco, el ucraniano Svyatoslav Myronyuk, se recaban medicinas y alimentos para ayudar a quienes más lo necesitan desde hace una semana.

En una mesa central del salón parroquial hay de todo. Latas de conservas, cocidos, caldos precocinados, atún o paquetes de galletas. No están colocados al azar. Ahí, un grupo mayormente de mujeres, los va organizando según los extraen de las bolsas que van dejando desde la puerta los centenares de granadinos que desde hace unos días han atendido la llamada de la comunidad ucraniana en la ciudad.

"Vengo a dejar comida sobre todo, hemos comprado todo tipo de productos y seguramente también dejemos algún sobrecillo por lo que puedan necesitar", comenta una señora emocionada a la entrada del salón parroquial, porque "todos tenemos hijos y nietos", dice mientras rompe a llorar.

Sus lágrimas no son en balde, sino el fiel reflejo de cómo la impotencia recorre la mente y el cuerpo, no solo de la comunidad ucraniana, sino la de la mayoría de la sociedad civil que asiste perpleja cómo la obcecación de Vladimir Putin ha derivado en una guerra sin sentido y, sobre todo, incomprensible.

La ambición rusa ha trastocado la vida de todo un pueblo que, en el caso de Granada, tiene su 'base' en el Zaidín. Es en este lugar donde la comunidad ucraniana ha echado raíces, como el párroco de la Iglesia Santo Ángel Custodio, que lleva una década en la ciudad y que en su tierra tiene a casi toda su familia.

Su hermano, cuñado y sobrinos están luchando para defender la independencia de su país, mientras su hermana cuida de su madre, de 80 años e impedida, que no puede huir de Ucrania pese a que es lo que les gustaría: "Mis sobrinas ya se encuentran en Polonia, pero mi mamá no puede salir de allí", relata resignado.

"Es muy grave, a ver cómo se termina este conflicto, esperamos que Ucrania tenga la victoria", dice con una leve sonrisa de esperanza de que cuando termine todo Rusia no habrá conseguido su objetivo.

La solidaridad ha llegado a esta parroquia del Zaidín. Fotos: Álex Cámara

No quieren ropa

En este salón parroquial van acumulando productos que fundamentalmente son medicinas y alimentos no perecederos. Es el principal reclamo de la comunidad ucraniana para enviar a su país. Explica Svyatoslav Myronyuk que son productos de "primera necesidad". Cómo y cuándo llegarán a su destino esa será otra batalla que librar.

Estarán hasta este domingo recogiendo la solidaridad de los granadinos, algo que el párroco agradece, pues "los españoles han sido los primeros que ayudan, para los ucranianos esto es muy importante", señala el cura, quien está seguro de que también contribuye "la oración": "Dios lo puede cambiar todo, cada situación y tenemos esperanza".

Amontonadas en un rincón hay decenas de cajas que el domingo partirán hasta Alicante, una de las provincias donde la comunidad ucraniana es más numerosa en España. Allí espera un tráiler que durante más de dos días viajará hasta la frontera de Polonia con Ucrania y donde la solidaridad de Granada llegará a manos de los voluntarios.

Aunque también hay pañales, ropa de bebés y de adultos y mantas, aseguran los voluntarios que esta no es ahora mismo la finalidad de la recogida: "Lo esencial es comida, medicinas o productos para primeros auxilios para heridos, no hace falta ropa", señala el cura.

Entre las carreras que se dan quienes colaboran en estas tareas en el centro parroquial apenas hay diálogos o conversaciones. Nadie pierde un minuto de su tiempo. En un circuito perfectamente estructurado todos quieren que la ayuda que reciben llegue bien y cuanto antes a su país, al que tienen que ver en la distancia cómo lo están bombardeando. Contra ello han encontrado la mejor 'arma' posible a 4.000 kilómetros en la distancia: el aliento de Granada.

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