Luna creciente, 10 de marzo
Han comenzado los cantos de sirena electorales. Ya suena la música celestial de la trompetería electoral. Las elecciones al Parlamento Europeo y a las Municipales están a la vuelta de la esquina. Y los partidos políticos del bipartidismo, los que gobiernan y administran tanto en el Gobierno central como en los gobiernos de las Autonomías, ya cantan con sus voces de ninfas o nereidas para atraer a los marinos que navegan con sus votos hacia los puertos de las urnas. Mercachifles son los partidos políticos, esos que se convierten en náyades cantando para atraer a los ingenuos votantes que surcan con la intención de votar. Ya se habla de la remodelación de la estación de Andaluces por parte del Gobierno central. Ya se escucha que el Gobierno de la Junta de Andalucía va a arreglar los desperfectos en las carreteras de acceso a Sierra Nevada y que marcha la licitación de las obras del futuro Atrio de la Alhambra. Todo se mueve, se empieza o se termina, con vistas a las elecciones. Mientras no llegan las elecciones, las sirenas y los proyectos están silenciosos para los votantes. Los partidos políticos, circos que montan números circenses, son la pera o la repera. Y según abran la boca para cantar proyectos a llevar a cabo o para finalizarlos porque se acercan unas elecciones y hay que llamar a los votantes para que los voten. Infamia es que solo cuando llegan las elecciones, sea el momento apropiado para que los partidos políticos abren sus bocas con el canto de lo que se va a finalizar o acometer. En el resto de los años entre elecciones, los partidos políticos se dedican a intentar destruirse verbalmente. ¿No existe en democracia fórmula para que los partidos políticos gobiernen y administren los intereses generales y no sus conveniencias partidistas? ¡Zurupetos!
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