jueves 16 mayo
Opinión  |   |

Luna creciente (17 de Marzo de 2014)

Decía don Emilio Castelar, político español de verbo muy fácil, que las coaliciones o los pactos son extraordinarios para derribar, pero son impotentes para crear. Cierto. Y demostrable en esta democracia española que es casi siempre cojitranca, mostrenca y pastoril. Bucólica no lo es, y por más que se sea contemplativo y generoso. Y ya que la democracia española es algo que se dedica, con notables excepciones y como dijo un cómico extraordinario, Noel Clarasó, a recibir pasta flora con forma de euros de los ricos y votos de los pobres, y con la finalidad de defenderse de unos y de otros. Lo de gobernar y administrar para todos, es utópico. El pacto por Granada, algo como echarle caviar ruso al comedero del canario flauta para que cante y trine como el mismo dios Zeus, es un invento teresiano y sebastiano que ha durado lo que dura un billete de 500 euros, ese papel moneda invisible que dicen que existe, en la puerta de un banco de máximo esplendor, y sin que con este pacto similar al parto de los montes se hayan realizado trabajos en pos de resolver algunos de los proyectos granadinos que tenía por tarea para sacarlos adelante. Total que el pacto entre el bipartidismo granatensis, ese de siempre y desde que la democracia llegó a este país (España), se ha apagado como una vela que ardía también cojitranca, mostrenca y de pastoreo. Y no han realizado con el pacto, ni ganas de comer. Aunque fotografías si que se han hecho con las sonrisas de los líderes que lideran los trabajos por Granada en los medios de comunicación. No han hecho nada. No han hablado ni de comer. La socialdemocracia de ahora y la derecha de siempre, no han tenido ni una sola reunión de trabajo. ¿Pactar impide el buen politiquear?

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