jueves 9 mayo
Opinión  |   |

Relatos cortos sin recortar (3)

Aquel hombre anciano con toda su cabellera intacta, aunque ya de cabellos albos y una presencia física extraordinaria y con elegantes de ropajes, abrió la mano y de ella salió una bellísima paloma blanca metálica, era exactamente igual que un pequeño destructor porta misiles atómicos de EEUU, disparando sus misiles nucleares con destino a un nuevo conflicto de anexión que se había desatado por la ambición del país más puntero de Europa del Este.

-¿Lleva algún tiempo de tregua, sin guerras que la destruyan y asolen con millones de muertos, esa Europa que es las raíces ancestrales de todo el progreso de la humanidad?-, preguntó el anciano con voz deífica, y mientras preparaba su bolsa de palos y demás artilugios con los que se juega al golf.

Otro anciano con las mismas características que el anterior, pero aún más viejo, se reía con las palabras en alto del primer anciano. Casi se revolcaba en el sofá en el que estaba sentado. La baba se le caía de la risa. Estaba congestionado y con su cara roja como una manzana. Y su orondo estómago enorme se agitaba con las tremendas carcajadas que le salían de su también garganta y cuerdas vocales deíficas.

-¡Macho! ¡Eres acojonante! Y por cínico. Te crees el rey de los dioses. Piensas en tu ciencia infusa, que eres el mejor de nosotros tres. Ha sido de tu mano, a mí no me engañas porque yo también tengo ciencia infusa como tú, de la que ha salido el destructor que lanza misiles atómicos. Eres tú el que siempre organiza las putas guerras que destruyen países y causan millones de muertos. ¿Cómo eres capaz de preguntar si en Europa han existido algunos tiempos de paz verdadera?-, le contestó el segundo anciano al primero.

-Papá. Siempre nos la quieres dar con queso. A los rusos no hay que darles mano ancha, ellos mimo se la toman. No hay que darles pretexto alguno para que inicien una guerra. Y tú vas y les lanzas misiles con apariencia norteamericana, desde tu mano y con forma de mariposa. Los tres poseemos ciencia infusa y no podemos engañarnos. Recoge los misiles antes de que lleguen a Moscú. No seas un bárbaro que hace la guerra en vez de el amor y la paz-, le dijo el único joven de los tres a su padre.

Al final, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se marcharon los tres de copas. El Padre no fue a jugar al golf aquel día. El Hijo dejó de recordar que lo habían encarnecido antes de ser crucificado. Y el Espíritu Santo, les dijo a sus dos compañeros de aventuras por los siglos de los siglos, que Él estaba hasta las narices eternas de tener siempre la apariencia de una paloma o de una llama sobe las cabezas.

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