viernes 17 mayo
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Relatos cortos sin recortar (Ciudadanos públicos singulares XII) (20-2-2015)

Ciudadanos públicos singulares (XII)

 

Alfredo Majareto Paloduro, voraz follador de doncellas con carestías amorosas o de pías damas recatadas y sublimes que no se comen un rosco con el sexo contrario, es un juez que accedió a la Judicatura por la cuarta vía, y que está destinado en un juzgado de una ciudad minúscula del norte del país de los políticos pasmados. Un tipo que en su cabeza de cuarzo y mica, de pequeño, le fue injertada una hermosa higuera negra breval y en su pene florece un adminículo sexual que nunca tiene hartura. El juez de la cabeza breval y el pene florido lleva fornicadas a más de diez mil mujeres mayores de edad, aunque las putas lenguas viperinas de ciertos políticos que murmuran, aducen que se ha cepillado a varias menores de edad con el aspecto de ser unas mujeronas de tetas potentes, esas que devoran a los hombres por los pies. Alfredo Majareto Paloduro, es también famoso por sus singulares sentencias sobre los casos de corrupción política, y porque condena a los procesados, los que son encontrados culpables, a galeras o a largos años de reclusión en campos de reeducación social, cultural y política. Este juez es una higuera pensante que solo razona con la polla, y ya que las neuronas le sirven para defecar diarreas mentales.

 

Alfredo Majareto Paloduro, nació en cuna alta. Su padre el marqués de Majareto, es uno de esos nobles ancianos españoles que es Grande de España. Y su madre, bellísima y recatada dama, es la  marquesa de Paloduro. Una señora que heredó de sus padres, los marqueses de Paloduro, más de cien mil hectáreas en cortijos de labranza con secanos y regadíos. Alfredito, como todavía lo llaman con cariño sus ancianos progenitores, es un hombre redomadamente horrible por su fealdad, de complexión enclenque, con verrugas negras por todo su cuerpo, incluida su faz, y con un pene escuálido y pequeño que es demasiado juguetón, irreverente, lerdo y con terribles y enormes desafueros amorosos. En una de las poblaciones sureñas en la que sus padres poseen fincas rústicas, al feísimo de Alfredo Majareto Paloduro, el juez que folla a destajo y que tiene una cabeza como una higuera y el pene tan pequeño como el de un niño, lo llaman el adefesio que folla como los mulos de labor o como los conejos de corral. Aunque en los medios jurídicos, Alfredo Majareto Paloduro, es considerado por sus compañeros de profesión como un juez conservador bastante justo. Y porque aplica la Justicia como si ésta fuese igual para todos los ciudadanos. A un político corrupto, lo ha condenado a remar todos los días sin descanso durante ocho horas. Y pagándole a cambio, el salario mínimo interprofesional.

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