viernes 17 mayo
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Relatos cortos sin recortar (El ciudadano perruno Igor González XXXIV) (10-7-2015)

El ciudadano perruno Igor González (XXXIV)

 

Es una tarde bochornosa. Cae cinabrio de los cielos. Los rayos del sol son de cinabrio rojizo y ardiente. El bochorno se masca. Y la culpa la tiene una ola de aire africano que se ha instalado en España. Es calor sahariano. Un calor hijo de puta. Aunque el perruno sube las cuestas para ir a la casa de su padre. La ciudad está en llamas. Granada se está empezando a derretir con el calor colonial que viene de África. Es un regalo por lo bien que Europa, sobre todo España, lo hizo con el pueblo saharaui. Son unos días infernales de calor tan esposo como la lana australiana. El aire es un volcán magmático que arrasa todo lo que encuentra a su paso. El ciudadano perruno avanza impávido a la casa de su progenitor, y para recibir su ración de relato diario. Y cuando llega a la casa de su padre, el perruno lo encuentra en bañador floreado y con su vaso de tinto y su plato de jamón y queso muy cerca de sus manos. El padre del ciudadano perruno, le asegura a su hijo que este calor o es nada. Y que cuando él estuvo en la guerra civil española, hecho casi un niño que mandaba una compañía de infantería, era ya teniente, en Extremadura el aire de los días de aquel mes de julio quemaba más que las bombas de mano alemanas e italianas. Era un calor tan seco que se les resquebrajaban las gargantas a sus soldados. El padre del perruno es un hombre curtido en guerras, calores y luchas antiguas contra los demócratas españoles. Aunque nunca fue un asesino. Él fue un militar que recibía las órdenes que reciben los militares que obedecen con fe ciega a sus superiores. Algo que el perruno ciudadano no entiende, y porque no es militar. Y después de los saludos de aquel día antisolar entre padre e hijo, el progenitor del perruno comienza su relato con palabras serias y graves. Esta es la sociedad que hemos construido entre todos…

 

“Estábamos completamente borrachos. Una cuba pestilente de alcohol, eso es lo que éramos en esos momentos. Y fumando, porro tras porro. Eran porros de Cannabis tan gordos como paraguas plegados. Y los habíamos conseguido de las plantas que Jordi tenía sembradas en la masía de su tío Joan, el que vive y trabaja en Francia. Estábamos como locos de alegría. Y el alcohol que bebíamos tampoco era manco. Nos chutábamos Jack Daniel's en chupitos. Y Jordi y yo, nos partíamos los huevos de risa. Navegando, sí, tirados en el sofá.

 

La música estaba tan alta, atronaba Bruce Springsteen, que ni nos oíamos a tan cerca distancia el uno del otro. Aunque nosotros mismos, nos partíamos de risa con las chorradas increíbles que decíamos también en voz alta. Era una situación de éxtasis. Y  creíamos que era perfecta con nuestra gran borrachera y nuestro enorme emporramiento. La habitación también se movía al ritmo de nuestras locuras, y cuando decidimos bailar descalzos y empelotas. Los vecinos llamaban a la puerta, pero nosotros ni los oíamos. La locura era total. Y la marcha que llevábamos era totalmente espectacular.

 

-Oye, oye. ¡Joder oye! Te estoy hablando. ¿Y si paramos un rato? Llevamos una marcha que podemos caernos de culo. ¿Bajamos la música, y charlamos tranquilos sin darnos voces sobre las cosas gilipollescas? ¿Te parece?- le dije a Jordi.

 

-Me parece. Yo estoy como un tren de lanzado. Y me parece bien que paremos y nos contemos polladas. Cosas de las tías y de las últimas consignas del partido sobre cómo protestar para que lleguemos pronto a la independencia catalana. Ya sabes que lanzar consignas contra el Jefe del Estado Español no es delito, aunque sí lo es meterle fuego a sus imágenes bocabajo. Y mira que el humo de las hogueras siempre sube hacia arriba- me contestó Jordi.

 

-Menos mal que todavía hay jueces sensatos en el Estado Español, a ver si no vamos a poder usar el derecho merecido de la libertad de expresión, ese que con tantos esfuerzos y con tantos muertos hemos conseguido a través de muchos años. El “Faldetas” Borbón para España. Aquí en Catalunya no lo queremos. ¿Y si quemamos fotografías del Borbón y de su señora de su matrimonio, la Borbona consorte, y sin que estén bocabajo. No es un acto de escenificación de un aquelarre o de un juicio inquisitorial que atenta contra la dignidad, fama o estimación del monarca español y de su señora esposa. ¿Y por qué el fuego tiene una carga negativa evidente? ¿El fuego no dicen que purifica las cosas? No veas lo buena que está la prima del Jaume, el que trabaja de conductor en el bus interurbano y que es también amigo del Pep, el de la pollería. Estaba el otro día en la cafetería La República con unas amigas, todas sentadas en una mesa, y la tía con una minifalda y las patas abiertas. Qué pedazo de chocho peludo, de coño, que debe de tener. Las pelambreras se le asomaban por ambos lados de las bragas blancas que llevaba. No se lo afeita ni se lo depila. Una tía de las de las que ahora son modernas, de esas que son ecologistas y feministas al estilo alemán con las patas también sin afeitar. Aunque ella, las patas si las lleva sin pelos. ¡Y qué patas de largas! Y tiene un culo y dos tetas. Me puso con taquicardia. Y con una minga como una piedra de dura, como un adoquín. ¡Joder, tío! Que autoservicio me hice cuando llegué a mi casa. Y mientras me acordaba de la tía. Está más buena que comer con las manos. ¿Sabes como se llama? ¿Tienes su teléfono? La voy a llamar. Y a ver si me la llevo a la piltra- le volví a decir al Jordi.

 

-Saca otra botella de Jack Daniel’s y más hierba, y deja de ponerme caliente. Esa tía no es para nosotros. Dicen que es modelo y estudiante de Derecho. Y que sale con tíos de pasta gansa. Con pijoletos de papá y mamá, esos que van descalzos en Porsche a la Facultad de Derecho de la Pompeu Fabra. Esas tías ni se fijan en un independentista republicano que trabaja de yesaire y de alicatador en la obra como tú, y aunque tengas una polla del 25 y midas cerca de dos metros de altura. Y estés fuerte y cachas y seas rubio con los ojos azules. Y sobre el Borbón, para finalizar, que se coma un bombón de chocolate y nata en Madrid- me contestó Jordi.

 

-¿Pues qué te apuestas que a esa tía me la beneficio. Y luego la dejo más tirada que una pavesa con ese humo que siempre sube para arriba en las hogueras...? Sí esas pavesas que sueltan libres las hogueras y que pueden servir  para quemar imágenes del Borbón. ¿Van mil pavos europeos?- le insistí a Jordi.

 

Ya llevo casado con Alexandra siete meses, con la prima del Jaume, el que trabaja de conductor en el bus interurbano. Esa tía tan buena que me enseño las bigoteras del coño un día en la cafetería La República. La que estudia Derecho en la Pompeu Fabra, la modelo, y que sigue de buena como el pan bendito. La tía que me aposté con Jordi a que me la beneficiaba y que después la dejaba tirada como las pavesas y el humo que siempre sube para arriba en las hogueras para quemar imágenes de los Borbones. La de las patas largas sin vellos y muy largas. Esa tía buena, ahora es mi mujer. Y que está embarazada de ocho meses. Es una niña, lo que viene en camino, y según la ecografía que le han realizado a Alexandra. Ya he dejado de querer quemar imágenes del Borbón en posición invertida, aunque todavía soy independentista y republicano. Ahora quemo las fotografías de los futbolistas del Real Madrid y las de los personajes de la troika económica europea. Y no fumo porros ni bebo Jack Daniel's. Voy a las clases de adultos para conseguir los estudios primarios. Y quizá después, al acabar mis estudios actuales, me matricule en un módulo de Formación Profesional que me dé un trabajo que esté mucho mejor pagado que el laborar de alicatador o yesaire. Aunque lo dudo. Y estoy empezando a entender que a las personas hay que tenerles siempre mucho respeto. E incluidos los Borbones. Es por mi hija que viene de camino, esa futura niña que ya me está enseñando a ser persona. El verdadero amor es el de los padres para con sus hijos”.

 

En esta noche igualmente calorífica, ya está el ciudadano perruno Igor González en su Valle de Lecrín, la temperatura es algo más baja que en la ciudad de Granada. Aunque el calor aprieta de forma desacostumbrada. El perruno vive casi debajo de una montaña que atiende por Zahor. Y que es la bella antesala de Sierra Nevada. Allí cuando el sol se oculta, la temperatura baja y se puede vivir. Ahora el ciudadano perruno solo piensa en la cena que se va a tomar. Y luego en dormir con la ventana abierta y expuesto a las pías picaduras venenosas de unos mosquitos de la Santa Inquisición. No hay más remedio que dormir con las ventanas abiertas. Y ya que el apartamento de alquiler en el que mora el perruno, no tiene aire acondicionado. Una luna de julio, casi llena, ilumina tanto como las frías bombillas de las metálicas farolas públicas. Todavía se oyen las voces de la vecindad que perora en las puertas de sus casas con los vecinos. Se escuchan todo tipo de comentarios sobre política y sobre la economía. Y las gentes que quejan de las medidas económicas del Gobierno para erradicar definitivamente la crisis económica, esa que tantos años lleva azotando con crueldad a la sociedad española. Aunque a los ricos nuevos y a los ricos de siempre, a eso nunca los ha tocado. Al perruno ya se le cierran sus ojos. En estos instantes piensa en sus hijos. Y a los que adora con pasión de agareno enamorado de Al Andalus. La noche se cierra para el perruno, y su respiración se hace acompasada. Duerme ya totalmente desnudo. Y ha puesto una gruesa toalla en la almohada para que el sudor no la empape.

 

 

 

 

 

 

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