jueves 16 mayo
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Relatos cortos sin recortar (El ciudadano perruno Igor González II) (13-3-2015)

El ciudadano perruno Igor González (II)

Algunas veces, sobre todo cuando la soledad aprieta como horca de cáñamo apretada, el ciudadano perruno Igor González, más solo que una seca calabaza en un terrorífico erial africano o del planeta Marte, entra en una modorra que casi lo asfixia por completo. Sus neuronas se vuelven agudas lanzas. Sus ideas vivas se convierten aún más en moldeable materia democrática. Y sus íntimos deseos personales no pretenden ni desean aniquilar a nadie al que se le pueda tachar de ser una persona humana de carne y huesos. Ahora el perruno ciudadano está absorto escuchando a Mozart en el salón de su modesto apartamento de alquiler. Ha sido un día demoledor en su trabajo periodístico, y ya que los episodios diarios de la corrupción política y empresarial en España son aún más asfixiantes que la ruda horca de cáñamo que puede ahorcar a los solitarios que se abandonan a sufrir por causa de su soledad. La decadencia terrible que asola España, también al resto de los países del planeta Tierra, es tan preocupante que los hombres no la tienen en cuenta. Los hombres prefieren obviar las problemáticas y tener presente sus aspiraciones de ser ricos a costa de lo que sea, y aunque se pague un alto precio por la riqueza. La ética se ha ido de vacaciones perennes, y los hombres no la echan de menos. Y la honestidad se ha ido también con la ética a un largo viaje sin retorno conocido. El ciudadano perruno Igor González, está sufriendo aún mucho más el cerco económico que sufren los que son libres y no están bajo el yugo injusto del ordeno y mando, ese que impone el dinero vil y ruin. Hay un tufillo a paz interna en la pequeña república del apartamento del orate ciudadano perruno Igor González. Y también un profundo olor a libertades personales.

-¿Y por qué los partidos políticos creen que con votar los ciudadanos, normalmente cada cuatro años, se puede hablar de democracia, y, máxime, cuando se debería de constatar que existen las dictaduras democráticas en los países que presumen de estar civilizados y democratizados? ¿Por qué la corrupción política está tan generalizada en España e Italia, por ejemplo, y siendo ambos países europeos adalid en muchos campos de la democracia que está sustentada por la división de poderes, los sindicatos libres, las elecciones también libres, los partidos políticos plurales, las libertades individuales y colectivas y en una hermosa constitución democrática vigente que ha sido aprobada y refrendada por la mayoría de sus ciudadanas y ciudadanos? Aunque a mí me parece, que todo esto tan democrático e ideal, no es más que una enorme maraña y sarta de mentiras interesadas. Y ya que en la realidad diaria de lo que es tangible, existen muchas menos libertades individuales y colectivas para la ciudadanía. Estoy bastante desordenado en mis ideas democráticas. Y mis ilusiones se están desvaneciendo como pompas de jabón que desaparecen en el aire. Lo de que todos somos iguales constitucionalmente, no se cumple ni por asomos. Existen justicias diferentes. Varias varas de medir. Y no existe igualdad de oportunidades- reflexionaba solitario el perruno, y mientras Mozart era la única realidad bella que Igor González entendía como satisfactorio y relajante en esa tarde en la que sol ya caía hacia un ocaso de paz rojiza que al final diluían las montañas.

Y de los ojos miopes y astigmáticos del ciudadano perruno Igor González, caen unas lágrimas de miel y acero que las limpia con sus manos de hortelano de vocequibles literarios. En los solitarios existe la propensión a ser unos idealistas que esclavizan sus corazones empedernidos en amar sin ser amados. Y esto no es justo. Ellos también necesitan el amor de los otros, sobre todo de una mujer que los comprenda y apoye. Esa que sea una verdadera compañera en todo, incluido el amor. Ha llegado la hora de cenar sin hartura para poder dormir sin sobresaltos, malas digestiones y pesadillas que arruinan las provechosas noches que se necesitan para descansar. El ciudadano perruno cena frugalmente, orina con la sabiduría china ancestral en el inodoro del cuarto de baño, se lava los dientes con pasión austriaca y se tira a la cama como ese camaleón que toma el color de las sábanas de su cama solitaria sin el color sonrosado de unas carnes de mujer que copule con él sin límite y sin el sentido pragmático de las damas que follan interesas y sin amor real.

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