miércoles 15 mayo
Opinión  |   |

Relatos cortos sin recortar (Secuencias inolvidables) (18-7-2014)

Secuencias inolvidables

Notó que viajaba a una velocidad inusitada por la fuerza del aire que sentía en todo su cuerpo. Un aire frío, desde luego, que producía un movimiento extremadamente veloz. No podía abrir los ojos para ver por dónde discurría, el aire era cegador. El frío lo tenía extenuado y con síntomas de hipotermia. Él no creía que estaba muerto y que viajaba a ese lugar ignoto al que van los que fallecen. Se notaba liberado. Temblaba. Iba asustado. Lloraba. Y al mismo tiempo, se sentía feliz y con unas ganas enormes de abrir los ojos.

La abrazó tiernamente. Olía profundamente a mujer limpia y aseada. Ella se estremeció exhalando un suspiro sinuoso y casi eterno. Él buscó sus labios abiertos y carnosos y los besó desesperadamente. Sus cuerpos estaban fundidos, casi formaban un solo cuerpo el uno junto al otro. Ambos empezaron a desnudarse despacio. Y al tiempo que se tocaban apasionadamente. A ella, cada vez que él la acariciaba lentamente con sus dos manos, le salía de su pecho un pequeño grito de satisfacción. Yacían en la cama de un sucio motel.

Dos dedos de la mano derecha acariciaban lentamente su enervado clítoris humedecido. Ella estaba observando los dibujos animados de la televisión mientras estaba tirada en el sofá del salón de su apartamento. La jovencita Blancanieves estaba siendo asaeteada por el enorme pene de uno de los enanitos del bosque. Los dibujos animados en color, eran de un pésimo gusto. Aunque a ella la ponían dislocada y caliente. Ella empezó a notar que un éxtasis gigantesco le llegaba como un enorme terremoto. Y sonreía dulce y feliz.

Aquel niño era muy infeliz en su colegio y en el barrio que vivía junto con sus padres y hermanos. Tener la cabeza como un rectángulo, no era nada agradable para él. Y ya que todos sus compañeros de colegio y los demás niños que eran sus vecinos en el barrio, le llamaban “el geometría”. Y no era para menos, y porque su cabeza era un paralelogramo poblado de una pelambrera con cabellos lacios que parecían alambres de punta. Y aquel niño fue infeliz hasta que llegó al barrio, otro niño con la cabeza con forma de ecuación.

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