014)una creciente (Herencia en un lugar público) (28-7-29
Herencia en un lugar público
Una vez le dije a mi señor padre, lo siento tanto porque le dio un pequeño patatús, que la herencia era una parte importante de la perpetuación del Sistema Capitalista. Se va a quedar libre un espacio público que genera una herencia también pública, y en la que se podrá ubicar una nueva estatua o algo escultórico, según las loables y sensatas palabras democráticas del señor García Montero, don Juan del PP y concejal delegado de Cultura del Ayuntamiento de Granada, y porque será un lugar para “un monumento que deje constancia de todos esos valores tan interesantes, una figura laica en la que todos los ciudadanos puedan verse representados”. Y no van a ser la Virgen. Ni los Apóstoles. Tampoco don Rodrigo y su oso. Ni el Capitán Trueno. Y menos, una bella alegoría a la Corrupción. ¿Y qué será? Solo Dios y don Juan García Montero, el político municipal de antes, conocen cierto a la beneficiaria de la herencia que deja el “Manolito”. ¿Será un Pepito? ¿Tal vez un Juanito? ¿Un Paquito? ¿Quizá un Antoñito? Misterio, Arcano. Incógnita, Enigma. Caliginosas tinieblas políticas son los auténticos secretos que están bien guardados en la suma profundidad abisal de los cajones últimos de la Casa Bailía, sita en la bellísima Plaza del Carmen. O en la sesera política del concejal delegado de Cultura. Pero parece, esto es, que el misterio se resuelve con la estatua de una niña que no es la Virgen, y que hereda el lugar en el que ha estado el “Manolito” casi un millón de años. Parece, repetimos, que la Plaza de Bibataubín tendrá la escultura de una niña. Pues no hay problema. Peor hubiese sido situar en el lugar heredado a la Malafollá. O los churros de la Cafetería Fútbol, esos tan riquísimos que te cobran con tanto agrado.
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