jueves 16 mayo
Opinión  |   |

Luna creciente (Rasputín y Maquiavelo) (22-10-2015)

Rasputín y Maquiavelo

Sentados en una mesa disimulada, aunque a la vista de todos los parroquianos de una cafetería céntrica granadina, y antes dos esplendidos cafés con leche y unos churros no menos excelentes por ricos al paladar, Rasputín y Maquiavelo están enfrascados en una de sus divinas divagaciones políticas. Son las once de la mañana de un día ya sin putas nubes. Y los primeros colores níveos en Sierra Nevada ya relucen. No hace un calor fiero veraniego, pero tampoco hace un otoñal frío. La jornada meteorológica es tan normal como la vida misma. Hace el tiempo acostumbrado en esta Granada de nuestras culpas, ni más ni menos. Aunque en estos días, el termómetro político popular ha subido a altas cotas de calor magmático. Y porque una dama, a sus pies señora, parece que se ha salido del tiesto y ha realizado unas declaraciones que todo bicho viviente las confirmaría porque ha expresado verdades incuestionables por verdaderas. Algo que a la democracia interna de los conservadores granadinos le ha sentado como una patada en los mismos cojones conservadores. Y con lo que duele, si es patada con tacón femenino.

-¿Y tú crees que cargándose a la dama Nieto se le va a empezar a mover el sillón mayor al actual alcalde de esta ciudad de cafés exquisitos y churros fenomenales o se le va a comenzar a cortar el césped de debajo del mismo sillón?- le dice Rasputín a Maquiavelo.

-Calla. ¡Coño! Que aquí tiran la piedra y esconden la mano- le contesta Maquiavelo a Rasputín.

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