jueves 16 mayo
Opinión  |   |

Relatos cortos sin recortar (La alergia divorcia) (16-5-2014)

La alergia divorcia

 

Estornudó con un estruendo tan gigantesco como toda la superficie territorial de Australia. Y una enorme catarata de mucosidades salió por los dos agujeros de su nariz. Mocos fluidos y líquidos que estuvieron a punto de ahogar a su esposa que dormía a su lado en el tálamo matrimonial. Mariano Farfolla García, ya padece la alergia de todos los años. Una cruel enfermedad que no lo postra en cama, pero que lo tiene bastante fastidiado durante todo un mes y medio. Y los antihistamínicos ya no lo mejoran, al revés, ahora lo empeoran con más de mil estornudos cada diez minutos. Mariano Farfolla García, estoico y sordo, es un galano caballero español que no va a morir a causa de su alergia primaveral, pero que todos los días maldice su jodida suerte. La alergia casi nunca mata, solo es como la resaca de una gripe que dura bastante más de una semana o siete días. La alergia es un padecimiento amoroso de un amor primaveral que llega con polen y que se va con el calor de un verano que empieza canicular y finaliza con la caída ocre de las marchitas hojas.

 

José Cencerro López es el cartero de un pueblecito español de montaña. Todos los días del año, José Cencerro López se monta en su motocicleta de campo de color rojo y azul con no demasiados centímetros cúbicos de cilindrada, y va a la ciudad, va a la capital de la provincia en donde está la Central de Correos, a por la escasa correspondencia que luego reparte entre sus convecinos. Esos afortunados a los que le han escrito, unas veces sus familiares y otras los organismos oficiales para darle una buena noticia o una mala comunicación. En esta mañana primaveral de la segunda parte del mes de Mayo, José Cencerro López le ha llevado una misiva importante a Mariano Farfolla García, y en la que los juzgados pertinentes le informan que su mujer, su santa esposa y madre de sus tres hijos, lo ha demandado para divorciarse de él. Y alegando que es un borracho que padece una alergia incurable. Mariano Cencerro García, se ha quedado de piedra con la notificación. Y sus estornudos y mucosidades han llegado al gran paroxismo alérgico.

 

Mariano Farfolla García ya lleva un año divorciado, pero la alergia le ha llegado con la puntualidad de un reloj primaveral. Su ex mujer, Dolores de la Virgen Santísima, ahora vive feliz con un joven amante que tiene veinte años menos que ella, y con un largo y grueso y espléndido pene que está veinte años menos gastado y erecto que la minga de Mariano Farfolla García. Dolores de la Virgen Santísima, caliente ella sin llegar a ser el pico de una plancha putona, ahora vive una segunda y hermosa juventud con el mozo mucho más joven que ella, ese mocetón que trabaja con una yunta de fieros y cabales mulos de labor que aran los campos de su pueblo con precisión matemática de patatas y cereales. La vida de un alérgico como Mariano Farfolla García, escritor de relatos que huelen a alcanfor y a primorosa modernidad al mismo tiempo, es una sucesión de recios palos duros de asimilar en su alma y en sus lomos. Pero no son suficientes para turbarlo. Para tumbar a Mariano Farfolla García, solo es posible a través de negarle el cariño de sus hijos amados. Él posee un alma de acero y unos lomos de diamante. Es un tipo duro.

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