Un ayuntamiento en Marte
Cualquiera que siga mínimamente los debates que se producen en el pleno de nuestro ayuntamiento podría pensar que nuestros representantes no son de Granada o que han venido de otro planeta. Abundan las mociones retóricas y las discusiones acaloradas que rara vez entran en el fondo de los principales problemas que afectan a nuestra ciudad, ni conducen a la aprobación de medidas concretas que contribuyan a solventar esos problemas.
En el último pleno se votaba una “declaración institucional en apoyo al pequeño comercio y al comercio tradicional de Granada”. La primera medida propuesta era “aprobar un incremento presupuestario en la partida dedicada al Comercio en los próximos presupuestos municipales” para destinarla a “la creación de un paquete de medidas de apoyo y difusión de la actividad comercial de los comercios de la ciudad”. La música suena muy bien, pero ni se definen cuáles son esas medidas, ni se cuantifica el importe de la partida presupuestaria, ni se justifica cómo se financiaría. Un auténtico brindis al sol, por tanto.
En la exposición de motivos se describen algunas de las principales amenazas que están liquidando al pequeño comercio, y se resalta especialmente el “fenómeno de los grandes centros comerciales”. Nada que disentir. Pero resulta curioso que entre los firmantes y votantes de esta declaración institucional figuran los partidos que han sido y son responsables de que en Granada existan más grandes superficies de las que se necesitan o serían razonables. A las pruebas me remito. En este momento unas crecen a costa de que otras languidezcan.
Por otra parte, leyendo la resolución pareciera que las grandes superficies hubiesen surgido en Granada como setas, de un día para otro. Pero no es así. Si desde el gobierno municipal de Granada o de los municipios del área metropolitana y la Junta de Andalucía no se hubiese aprobado un planeamiento urbanístico que favorece claramente la instalación de tantos macrocomercios éstos no estarían rodeando toda la ciudad y provocando el colapso de tráfico que a diario sufrimos, ni la ruina de tantos comercios de proximidad.
Bien haría nuestro consistorio en atender a las prioridades reales de sus vecinos y a los propios problemas del Ayuntamiento, antes que entretenerse en debates y resoluciones de las que de antemano se conoce su inutilidad y que hasta suenan a broma.
Es evidente y lamentable la parálisis de su equipo de gobierno, no solo en minoría sino incapaz de tomarse en serio la necesidad de construir acuerdos de ciudad, de elaborar y plantear propuestas sólidas en torno a las que tejer consensos. Más allá del “postureo” de su alcalde, Granada necesita el grito unánime de su ayuntamiento frente a otras administraciones para que dejen de ningunearnos y solucionen de una vez los desaguisados que han generado, empezando por el ferrocarril y el diseño sanitario.
Estamos en una situación lamentable. El anterior alcalde, y parte de su equipo político y funcionarial, acusados por presunta corrupción urbanística. Y su sustituto también imputado (investigado en la nueva terminología).
Un ayuntamiento en la ruina y de cuya paternidad nadie se hace responsable. Y que como única solución se propone (antes el PP y ahora el PSOE) la subida de tributos.
En ese mismo pleno se daba cuenta de los informes de la situación financiera municipal. Paradójicamente el alcalde no permitió el más mínimo debate sobre ellos, a pesar de que sus conclusiones son demoledoras. Se incumple sistemáticamente el plan de ajuste. El periodo medio de pago pasa de 80,92 días en enero, a 105,92 días en septiembre. Y el déficit sigue agravándose, pasa de 19 millones en 2014, a 39 millones en 2015 y 54 millones a 30 de septiembre de este año.
O cambiamos la situación o esto no tiene buena pinta.
