viernes 26 abril
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El bueno, el feo y el malo: La historia de un golpe institucional

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En la segunda sesión de investidura pudimos disfrutar del final de una larga película. Una película repleta de conspiraciones, traiciones, acción y de giros argumentales que han encandilado a muchos espectadores. Se trata de una saga de “buen” cine que no sabemos si tendrá prolongación con otro film en cartelera. Ante semejante espectáculo, los telespectadores lo seguimos atentos desde nuestras casas con palomitas y bebida.

Me gustaría comenzar por la última entrega, la sesión de investidura. En el papel del “bueno”, nos encontramos a Antonio Hernando, portavoz del PSOE. Por “responsabilidad política”, Antonio Hernando pasó de ser uno de los grandes adalides del “no es no”, a defender públicamente en el Congreso de los Diputados, la abstención que entrega en bandeja la formación de gobierno a Mariano Rajoy. Sin duda se trata de un giro argumental espectacular que sorprendió a muchos telespectadores.

Sin embargo, para otros muchos donde me incluyo, la sorpresa no fue tal, solamente habría que mirar el historial del PSOE de los últimos treinta años, y es que como señaló otro de los actores en cuestión, en las últimas décadas el PSOE ha dado una cal y otra de arena. Por lo tanto esta abstención va en la misma línea seguida por el PSOE desde el no de entrada a la OTAN y el sí definitivo, desde las brutales reconversiones industriales que podría haber firmado Margaret Thatcher, las reformas laborales, la reforma del artículo 135 o las políticas que se realizan en Andalucía con un gobierno presidido por Susana Díaz, que quiere optar al premio de actriz revelación y que cuenta con el apoyo de la oligarquía y de la vieja guardia de su partido, clave para el giro argumental definitivo de esta película. Sin embargo, el cine a veces se interpreta distinto por los telespectadores de como perseguían el director y el guionista.

A pesar de querer posicionar a Hernando como el “bueno” de la película, que se sacrifica por responsabilidad, no se ha entendido así por la audiencia. Hernando se ha plegado a los intereses de la vieja guardia de su partido, defensora de un establishment del que participan de forma activa, por ejemplo, sentándose en Consejos de administración de grandes empresas, traicionando por la espalda de forma cruel a Pedro Sánchez y teniendo que defender públicamente la mayor humillación de la historia de su partido. Sin duda, los acontecimientos vividos en el seno del PSOE que tenían como objetivo facilitar un gobierno del PP, representan el mayor espectáculo de contorsionismo político y de traición a sus propios votantes que dieron el apoyo a una opción alternativa a Rajoy y que vieron como sus votos servían para investir al adversario político. Una maniobra que hiere de muerte la imagen del PSOE para el presente y el futuro.

En el papel de “malo” contra todo pronóstico encontramos a Gabriel Rufián. Un chico catalán que cada vez que habla no deja a nadie indiferente. Normalmente el papel de malo suele ser representado por Pablo Iglesias y Alberto Garzón, pero en esta ocasión el papel ha sido para Rufián.

Sin embargo, que nadie se asuste, el poder mediático seguirá fiel a sus “principios” y desde hoy mismo volverá a situar a Unidos Podemos como los malos de la película. Rufián hizo lo que más molesta a cualquiera, y es decir de forma contundente una verdad de la que no estás orgulloso. Se pueden discutir las formas o los adjetivos, pero la verdad es que Rufián puso delante del PSOE un espejo que refleja una imagen que no gusta al que se mira. Cuando se pone el dedo en la llaga duele única y exclusivamente porque hay herida.

Pero, lo más preocupante es que el poder mediático también ha intentado colocar como los “malos” a los que se movilizan democráticamente. La manifestación a las puertas del Congreso ha sido vilipendiada, criminalizada, así como las personas que la apoyaron una vez estaba convocada. Es una cuestión con la que hay que tener cuidado, es tan legítima la protesta social como exponer argumentos políticos en la Cámara. ¿Acaso se creía la élite que la traición iba ser aceptada sin más por la ciudadanía?

Entre el elenco también contamos con un actor versátil, Albert Rivera, que interpreta papeles de apoyo al PSOE como al PP, y que es capaz de decir una cosa y la contraria casi al mismo tiempo. Eso sí, siempre del lado del régimen, con un mantra muy claro, que no acceda al gobierno la izquierda transformadora a costa de lo que sea necesario. Sin embargo este actor va perdiendo apoyo entre la audiencia cada semana.

En el papel de “feo”, encontramos a Mariano Rajoy. Parecía que su carrera iba a acabar, pero debido al giro final, su mandato como Presidente se alarga gracias al apoyo que él nunca habría esperado, la vieja guardia del PSOE. Como señaló con acierto Pablo Iglesias dirigiéndose a Rajoy, y cito: “esas élites trataron de quitarle del medio a usted para ponérselo fácil a Ciudadanos y al PSOE (...) Usted demostró ser buen político porque resistió, pero demostró ser enormemente desleal al sistema político de nuestro país porque usted lo dejo herido de muerte".

Es decir, la primera opción de los guionistas era quitar del medio a Rajoy en la primera investidura. Ciudadanos lo tenía claro, para limpiar el régimen no se podría hacer con Rajoy, se necesitaba otro candidato. El poder mediático se puso manos a la obra pero no lo consiguió. Como se dice en aquella película no es nada personal son sólo negocios. Para sortear la crisis de régimen tan severa que vivimos en nuestro país, todas las instituciones más importantes debieron afrontar cambios. El PSOE eligió a un líder atractivo físicamente que se manejaba bien en twitter, apareció Ciudadanos, se criticaba a los corruptos, incluso el Rey tuvo que abdicar para que la crisis de régimen no se llevara por delante a la monarquía. Ante este escenario, todo indicaba que el PP también debería plegarse y apostar por otro candidato que facilitara las cosas. Sin embargo, la nueva convocatoria de elecciones hizo más fuerte a Rajoy.

Al fallar el Plan A, se puso en marcha el Plan B, una operación poco ortodoxa pero eficaz, que se venía gestando desde hace mucho tiempo y que cristalizaba en un golpe institucional.

Cuando muchos hablamos de “golpe institucional”, o de “golpe oligárquico”, nos tachaban y nos tachan de locos. Sin embargo, después de la primera entrevista realizada por Pedro Sánchez tras su dimisión va a suponer un antes y un después en muchos aspectos. Ya no es un sujeto político outsider, que pretende una transformación de las Instituciones y que se opone al establishment quien señala este tipo de cuestiones, sino que es confirmada desde dentro, desde el ex secretario general del PSOE exponiendo sin tapujos que la operación contra su persona fue orquestada por la oligarquía y por el poder mediático cuya pretensión era evitar la entrada de Unidos Podemos en un eventual gobierno y el continuismo de las políticas que nos han encaminado al desastre. Pero no seamos ilusos, este Plan B, se llevaba gestando desde hace mucho tiempo. Las alarmas saltaron en el debate cara a cara entre Sánchez y Rajoy, cuando el del PSOE le dijo a su adversario político “usted no es una persona decente”. Para el poder mediático aquello era inaceptable y dinamitaba unos puentes que iban a ser necesarios para la pervivencia del régimen.

Posteriormente se limitó a Sánchez o bien a apoyar a Rajoy o a fracasar en solitario de la mano de Ciudadanos. Cuando se le pasó por la cabeza un gobierno alternativo con Unidos Podemos, el Plan que ya estaba previsto simplemente se aplicó de forma implacable. Casualmente ya no sólo se habla bien de Susana Díaz en la televisión pública andaluza, sino que editoriales que antes apoyaban a Pedro Sánchez, ahora se vanaglorian en elogios hacia la Presidenta de una de las regiones con más paro de Europa, que más recorta en educación o sanidad, y que tiene el record en montante económico en corrupción.

Es triste que sólo quede de esta vital sesión de investidura las “impresentables” palabras de Rufián, los supuestos insultos de los manifestantes a diputados del PP y Ciudadanos y que algunos diputados de Unidos Podemos aplaudieran al portavoz de Bildu. Es muy triste teniendo en cuenta la compleja película de traiciones y juegos de poder de la que hemos sido espectadores con el objetivo de que nada cambie y mientras, los que señalaron desde la tribuna estas cuestiones se intente o bien que pase desapercibido o bien criminalizar sus palabras. En la primera votación del 27 de octubre donde el PSOE votó no en bloque, para dos días después abstenerse, Alberto Garzón pronunció un discurso que debería tenerse en cuenta cara al futuro para explicar con perspectiva lo que realmente pasó pero que han intentado pase desapercibido.

Cito las palabras de Garzón: “Si el señor Rajoy logra ser Presidente al final de esta semana no va a ser precisamente por su capacidad de persuasión, ni por la capacidad de mantener su base electoral. Va ser extraordinariamente claro que es porque ha habido una intervención en el PSOE por parte de Felipe González y Susana Díaz, que ha permitido que cambie el PSOE de posición en contra de las campañas electorales y por lo tanto incurriendo en lo que claramente es un fraude electoral a sus votantes. Gracias a eso, no a la política del PP, no a la capacidad de persuasión de Mariano Rajoy, va a haber un gobierno del PP, gracias a un motín oligárquico en el PSOE".

Está claro que el final de esta película se hizo predecible una vez “asesinaron” a Pedro Sánchez, que sin comerlo ni beberlo se ha convertido en una especie de mártir de la izquierda sin serlo realmente. Sin embargo intentan enmarañar la gravedad de lo ocurrido con aspectos anecdóticos. Termina la película y ahora viene la realidad, recortes y regresión de derechos sociales, a la oligarquía no le hace falta votar para defender sus intereses.

Toni Álvarez
Polítologo y Doctorando en Ciencias Sociales

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