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La movilidad nuestra de cada día

Artículo Carmen Lizárraga 04 de marzo

Los grandes problemas cuando nos desplazamos de forma motorizada en Granada, utilizando nuestro tiempo, son los atascos, que se lo comen y nos estresan; y la contaminación ambiental y acústica, que reduce nuestra calidad de vida. Cualquier medida pública que afecta a los desplazamientos, a nuestra movilidad cotidiana, nos puede cambiar la vida a mejor… o a peor.

La peatonalización de una calle, la construcción de un metro, la implementación de líneas de alta capacidad o la eliminación de aparcamientos en superficie pueden llegar a quitarnos el sueño. Cuando se hacen las políticas de movilidad pensando en un ciudadano en perfecto estado de salud, joven, que nunca lleva bultos, ni acompañantes que dependen de él, que conoce perfectamente los avances tecnológicos; cuando se ponen en marcha medidas millonarias, pero no se ha pensado en la diversidad de gente que camina, utiliza el autobús, va en coche o en bici, puede ocurrir un desastre. Como el desastre de las líneas de alta capacidad de Granada.

Los macrovehículos costaron 525.000 euros cada uno, lo que supuso una inversión total de 7,8 millones de euros financiados por la empresa concesionaria del transporte público. A esto se añadió una inversión municipal de 10 millones de euros para adaptar 8,4 kilómetros de recorrido a estos vehículos.

La implantación de la Línea de Alta Capacidad (LAC) en Granada iba a suponer un ahorro de 3 millones de euros por los 600.000 kilómetros anuales que se dejaban de recorrer por Rober (5 €/km) y, por tanto, que se dejaban de pagar. Lejos de producirse este escenario, casi de forma inmediata y a raíz de numerosas quejas, se produjo un incremento de los kilómetros recorrer debido a las sucesivas modificaciones y ajustes en recorridos, frecuencias y horarios de algunas líneas, así como la implantación de otras nuevas. Se quería pasar de 6.6 millones de kilómetros a 6 millones, y se pasó a 7.16 millones. Lo peor de todo es que en Granada no hay nadie contento con los cambios que ha supuesto la LAC. Así que ni se mejoró la calidad, ni se redujeron los costes. Y la contaminación se trasladó del centro a la periferia.

Ahora pagamos más por un servicio peor: más transbordos, lo que supone un verdadero problema para personas con dificultades de movilidad; para aquellas que se desplazan con bultos o carritos de niño; trasbordos que se producen lejos de la parada, lo que añade al problema de cambio de autobús. Se ha doblado el tiempo de viaje entre los barrios sur y norte. Se ha alargado la longitud entre paradas, disminuyendo su número. La LAC absorbe lo que antes 14 líneas de autobús que pasaban por su recorrido. Beneficia al centro y perjudica a las personas que viven en los barrios de la periferia y en el área metropolitana.

Las principales damnificadas han sido personas mayores y personas cautivas de este transporte por no tener otras opciones. Nunca se contó con ellas. Y es que las políticas de movilidad deben ser pensadas económica, social y ambientalmente. No se puede olvidar ningún parámetro. También, participadas y explicadas a las principales personas afectadas. Granada como la que más es una Granada con la movilidad cotidiana de su gente. Con un modelo que tenga en cuenta la diversidad de las personas que la habitamos; los diferentes usos del tiempo. Granada será como la que más cuando se nos dé participación en las decisiones políticas que afectan nuestra vida cotidiana. Será como la que más cuando tengan igual prioridad política los modos motorizados, caminar o ir en bici; y se dé prioridad a la infancia y las personas mayores. Cuando se tenga en cuenta que Granada es también su área metropolitana.

Carmen Lizárraga
Parlamentaria andaluza por Granada de Podemos

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