viernes 26 abril
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'Off The Record' o Max Weber y la Monarquía

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Ernest Renan, uno de los más grandes teóricos sobre nacionalismo, señalaba posiblemente con espíritu provocador, que la nación es un plebiscito diario. En definitiva, se trata de apuntar que no hay una voluntad ancestral que nos marque el camino por encima de la ciudadanía, sino que la nación se basa en la voluntad de sus miembros. Nada debe quedar al margen del debate continuo. Creo que es una buena afirmación que puede servir para el inicio de un debate profundo sobre la transición y el nuevo marco de convivencia que debería ser la consecuencia de un proceso constituyente integral y profundo en nuestro Estado.

La crisis que afecta a todo occidente tiene características muy concretas en nuestro país sobre el proceso de construcción emanado del 78. Dejando de lado la situación de emergencia social en amplias capas de la población, en su vertiente institucional, se da una crisis del bipartidismo, crisis territorial de las naciones que coexisten en el Estado sin reconocimiento como tal y crisis de la Monarquía que conllevó la abdicación de Juan Carlos I en favor de su hijo Felipe.

Se ha señalado en multitud de ocasiones que nunca hemos tenido la posibilidad de decidir qué forma de Estado queríamos. Coincidiendo con la abdicación de Juan Carlos I se dieron movilizaciones en favor del derecho a decidir nuestro futuro, en un aspecto que siempre ha sido tabú. La manifestación de Granada se saldó con un proceso judicial contra tres personas. En lugar de escuchar las reivindicaciones de los manifestantes se intentó criminalizar la protesta. Y es que cuando se señala la luna el “tonto” mira el dedo en lugar de mirar a la luna.

Como todos sabemos Juan Carlos de Borbón y Borbón, fue proclamado Rey de España en las Cortes franquistas jurando su cargo “ante Dios, ante las Leyes Fundamentales del Reino y guardando lealtad a los principios que informan el movimiento nacional”. Quizá como elemento anecdótico pero muy revelador, cabe recordar que Juan Carlos I nunca juró su cargo sobre la Constitución de 1978.

Una vez se abre un proceso de democratización –insuficiente—de las Instituciones, la continuidad de la Monarquía se legitima con el argumento de que al votar la Constitución se había votado en favor de la Monarquía y que por tanto no había lugar a un referéndum específico en su momento sobre la forma de Estado, es decir entre Monarquía o República. Las opciones eran democracia o pervivencia de la dictadura, donde extrañamente la Corona formaba parte del paquete democrático. Una institución hereditaria, por derecho de sangre, que nadie ha votado, por esencia no puede ser democrática.

El científico social alemán, Max Weber, señalaba tres tipos de legitimidades. La legitimidad legal-racional, la que emana de la Ley, la legitimidad carismática, fruto del carisma de un líder y la legitimidad tradicional, de tipo histórico, “siempre ha sido así” y se respeta en el presente. Dicho esto, parece complicado que la legitimidad de la Corona pueda ser de tipo democrático, en todo caso sería de tipo tradicional. Dicho de otro modo, la defensa de la Monarquía no puede basarse en razonamientos democráticos.

Una vez han salido a la luz las declaraciones 'off the record' de Adolfo Suárez en una entrevista en 1995, ha dado un vuelco la historia que se construyó durante décadas. Parece que no estábamos tan locos cuando señalábamos que la Monarquía se incrustó dentro de un paquete completo de forma intencionada. Suárez reconoce que todos los líderes europeos entendían que debía realizarse un referéndum específico entre Monarquía y República, algo que se desestimó por el hecho de que las encuestas señalaban que “perderían”. En realidad no hay nada nuevo en la revelación de Suárez, simplemente viene a confirmar algo que se sabía, pero que dicho en palabras del expresidente desmonta años de arquitectura discursiva. Lo que se enseñaba a nuestros jóvenes en el colegio e instituto debería ser actualizado. Se desprende que más que un factor de estabilidad, la Monarquía formaba parte de un proyecto de país. Se blindó la perpetuidad de la Corona dando la espalda al pueblo. Se cerró la puerta a ello en 1977 y se volvió a cerrar en 2014.

Es absolutamente respetable ser monárquico y defender esta Institución, pero se pone de relieve que los argumentos históricamente utilizados van perdiendo peso y que sea cual sea el resultado, cada vez queda más cerca la posibilidad de la celebración de un referéndum entre Monarquía o República.

Este nuevo escenario, por lo menos debe servirnos para poner de relieve que por salud democrática todo puede y debe ser discutido.

Tony Álvarez
Politólogo y Doctorando en Ciencias Sociales

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