lunes 20 mayo
Opinión  |   |

Relatos cortos sin recortar (14 de Marzo de 2014)

4

El ciudadano Cucufato Pi, ciudadano engullido por el sistema político y económico gilipollas que absorbe seseras, hombre con extendido apellido de tres-catorce-dieciséis y también con nombre de mártir inmolado por su cristiana fe católica, una vez en su vida democrática votó a los progresistas de su ciudad y otra vez votó a los conservadores y, en ambas veces, se equivocó con su voto. Ahora vota en las aceras cuando pasea, vota en las veredas cuando va al agro y vota en las montañas cuando excursiona por las altas cumbres nevadas y sin nevar. El ciudadano Cucufato Pi (31416…), hace muchos años que se ha vuelto abstencionista. No quiere saber nada de política. Nada. Ni tampoco de economía de mercado. Nada. Ya no cree en la democracia. Ahora solo cree en que los espárragos trigueros nacen en los campos en primavera y en que los reyes godos todavía están reinando en Hispania, esa llamada antes de su llegada llamada Ulterior y Citerior.

La ciudadana Florinda Patabierta y Bragapía, dama de recatada condición piadosa, se ha echado a la vida casquivana. Y se está cepillando, vulgo eso mismo, a toda la vecindad mayor masculina de su céntrico barrio. Esta dama, según sus amigas de toda la vida y del colegio de monjas al que asistieron, tiene furor uterino moderno y demencia senil antigua. Y ya que no existe ninguna otra explicación racional para comprender con exactitud el por qué se esté acostando, vulgo echar polvos, con todos los hombres mayores de su céntrico y residencial barrio en su ciudad de almendras garrapiñadas tan amargas como quedarse soltera para vestir santos. Aunque estas habladurías a Florinda Patabierta y Bragapía, se las trae al pairo. Ella aduce que la envidia corroe a sus amigas, y porque copulan menos que los mulos de Intendencia o las hormigas del Seminario.

El perro del ciudadano Xenón Nueve Pájaros, un tipo que nació descerebrado porque tuvo la capacidad errónea de creer en el amor con las damas de baja cuna y de baja cama, ladra en latín macarrónico. Una barbaridad como otra cualquiera. Y tiene a toda la vecindad con el síndrome de César, los que van a morir te saludan. Aunque el can del ciudadano Xenón Nueve Pájaros es de tamaño pequeño, sus ladridos en latín macarrónico suenan como las calendas o los idus de Roma. Y exasperan a todos sus vecinos. El perro no muerde, el hijo de puta, menos mal, pero ladra como las sentencias de Cicerón antes de salir por el Foro Romanorum. Es un perro más que molesto, es cabrón, y porque parece que posee un gran amplificador en su babosa garganta de perro del hortelano, y ya que ladra como un descocido lebrel que come y no deja dormir. Guaum, guaum y guaum, es su ladrido. Será cabrón, el perro de Xenón Nueve Pájaros.

Publicidad

Comentarios

©Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta noticia sin autorización expresa de la dirección de ahoraGranada
Publicidad
DÍA A DÍA
Desarrollado por Neobrand
https://ahgr.es/?p=1950