Un héroe para un pueblo en pie
Asistí el domingo pasado a la gigantesca manifestación en defensa de la sanidad pública en nuestra provincia. Esperaba una buena respuesta ciudadana a la convocatoria pero jamás pensé que llegaría a constituir una auténtica marea humana. En una ciudad tan poco proclive a movilizarse y que suele ser más inclinada a actitudes colectivas de indiferencia o resignación, esta manifestación bien podría calificarse de épica, en la acepción que la RAE define como algo “grandioso o fuera de lo común”.
Observando el imponente nuevo hospital uno no puede dejar de preguntarse cómo es posible que tras tamaña inversión la Junta haya sido capaz de convertir lo que debían haber sido aplausos en una de las mayores manifestaciones de protesta y reivindicación jamás vistas en Granada. Algo se ha hecho muy mal o se ha explicado peor.
Estoy convencido de que la inmensa mayoría desconocemos las cuestiones técnicas de la fusión hospitalaria. Pero intuyo que sí somos conscientes de que la calidad del servicio de salud está empeorando paulatinamente y que tememos que con esta fusión vaya a empeorar aún más o que tras ella se esconden nuevos recortes.
Todos somos usuarios de los servicios sanitarios y día a día comprobamos los problemas que les afectan, desde el alargamiento de las listas de espera, al colapso de las urgencias, la escasez de personal sanitario, la precarización de sus contratos… dificultades que apenas pueden ser ya compensadas por la alta y probada profesionalidad de sus trabajadores.
Seguramente este temor ha movido más al pueblo de Granada que todas los argumentos técnicas en torno a los problemas que se pudiesen derivar de la fusión. Sentimos que este servicio tan esencial se deteriora y tememos que lo siga haciendo, a pesar del imponente nuevo edificio, que no es más que el envoltorio de lo que realmente importa, los profesionales, los medios técnicos y la organización.
Es evidente también que las gentes de Granada hemos confiado más en las personas convocantes de la manifestación que en las autoridades sanitarias.
Y otros factores han podido contribuir al mayor éxito de la convocatoria. La insistencia en que era “apolítica” y la presencia catalizadora del Dr. Jesús Cándel (Spiriman), convertido en auténtico “héroe popular”.
No comparto definir como apolítico este movimiento puesto que la causa desencadenante del mismo ha sido una decisión política y lo que se reivindica son también decisiones políticas. Me parece más apropiado utilizar el término “apartidista”, más adecuado para definir el clamor popular, aunque de sobras sé que en el lenguaje popular el primer término suele utilizarse en el sentido del segundo.
De lo que no hay duda es de que el activismo y liderazgo de Spiriman, forjado al modo moderno, en las redes y con un lenguaje llano, directo y que transmite honestidad, reúne todos los ingredientes para que se haya convertido en el héroe que todo pueblo necesita para un momento épico. Sin duda que el trabajo de hormiguita de la plataforma “Granada por su Salud” ha sido básico para que esta movilización cuajase, pero sin la presencia del héroe mediático aquella no hubiese alcanzado tal magnitud.
Se equivocaron los responsables políticos cuando en un primer momento arremetieron contra el Dr. Candel intentando poner en cuestión su credibilidad achacándole intereses personales o espurios. Craso error arremeter contra el héroe de un pueblo en pie. Y se volverán a equivocar si pretenden enfriar los ánimos de la gente simplemente con la adopción de medidas cosméticas inmediatas o la creación de comisiones consultivas de las que excluyen a quienes los ciudadanos hemos designado de facto como nuestros portavoces.
Mejor afrontar los problemas de frente, con claridad y determinación y resolverlos de forma acertada en beneficio de los usuarios, que somos todos los granadinos.
