viernes 26 abril
Opinión  |   |

El muerto vivo

Es sabido que la personalidad humana acaba con la muerte y con ella se extinguen todos los derechos de la persona. Podemos afirmar que la muerte, desde el punto de vista del argot popular, es cuando el ser humano no respira y su corazón deja de latir.

Si profundizamos un poco en el concepto de muerte, nos encontramos con una variante, me refiero a la muerte civil que es consustancial con la pérdida de los derechos civiles, es decir, la persona deja de ser considerada viva a efectos jurídicos, sus derechos, aún estando en vida, son privados, se trata de una ficción jurídica que explica la situación de personas condenadas por el Derecho penal. En la Antigua Grecia, la muerte civil era una sanción (destierro) que consideraba muerta o inexistente a la persona a la que se aplicaba, aunque estuviera viva.

Lo anterior, traído a nuestros días equivale a cuando el Estado deja proteger a la persona, lo que conduce a la muerte de la persona estando en vida. Esa es, precisamente, la situación a la que se ha llevado a las miles de familias que son objeto de lo que se ha llamado por el Derecho “el abuso de derecho”, que es cuando se ejerce un derecho en una forma no querida por la norma. Un ejemplo latente es la ejecución hipotecaria que sufren miles de personas honradas en Granada que, después de haber perdido su empleo y/o actividad profesional provocada por la crisis financiera y la explosión de la burbuja inmobiliaria han quedado a merced del mercado, abandonadas a su suerte, a cuya consecuencia pierden la vivienda familiar y todo su patrimonio se lo adjudica la entidad financiera y aún así siguen endeudas de por vida, sin embargo, no hay ninguna norma que diga que después de entregar la vivienda como forma de pago de la deuda esta siga existiendo, cuando el valor de esa vivienda supera con creces el débito hipotecario. Son los muertos vivos, son aquellos que no pueden aspirar a un empleo y salario digno y regular porque al momento de obtenerlo le será embargado sin remisión de por vida, es cuando la persona deja de existir.

A razón de lo anterior, aparece otro resultado: la salud de las personas afectadas por un desahucio hipotecario queda gravemente comprometida; la ansiedad, la depresión y el estrés postraumático alcanza niveles insoportables de sufrimiento emocional y, lo que es peor, el riesgo de suicidio es aterrador.

Un reciente estudio de la OMS considera que la vivienda no es solamente algo "físico", es sinónimo de “refugio”, “hogar, donde discurre la vida familiar”, a tal efecto concluye el resumen ejecutivo elaborado por la Escuela Andaluza de Salud Pública y la Universidad de Granada, con la colaboración de Stop Desahucios que, “la pérdida de la vivienda habitual, tiene un enorme impacto en las personas, y consecuentemente en su salud física y mental, dada la intensidad de los efectos del proceso de desahucio, nos encontramos ante una emergencia de consecuencias imprevisibles en la salud física y psicológica de miles de personas”.

Hoy, en el centro de hospitalización del PTS se encuentra encamado el activista de Stop Desahucios Santiago Martín, un muerto vivo, como consecuencia de un Ictus provocado por la presión ejercida por BMN (banco rescatado con dinero público) que se ha negado a concretar definitivamente la reestructuración de la deuda hipotecara de varias familias, aún cuando la operación estaba aprobada tras un largo periodo de negociación, ahora quebrada sin más razón que la justifique que el previo establecimiento de condiciones personales equivalentes a la compulsión, mientras, la fusión con Bankia sigue su curso a cargo del presupuesto público. Inaceptable.

Salvador Soler García
Colaborador Ahora Sí

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