viernes 26 abril
La Capital  |   | Texto: Luis F. Ruiz |Foto: Álex Cámara

Dos ciudades antitéticas en una misma tarde

Mientras el botellódromo es un ir y venir de jóvenes para beber alcohol, el resto de los barrios granadinos vive la llegada de la primavera con normalidad

Solo ha habido que darse un garbeo por algunas calles de Granada para comprobar cómo la ciudad es capaz de ofrecer dos imágenes totalmente opuestas entre sí. Por un lado, la de la normalidad; por otro, la del desenfreno.

Conforme fueron avanzando las primeras horas de la Fiesta de la Primavera, el centro de Granada no fue perdiendo la normalidad de un viernes cualquiera, con gente paseando de aquí a allá, gente en las terrazas aprovechando el buen tiempo o simplemente ciudadanos en su día a día. Otro asunto bien distinto fue a la hora de concluir la jornada laboral, en donde solo el tráfico existente en el camino de Ronda, Recogidas o Arabial denotaba cierta diferencia con cualquier día normal.

Pero no ha sido uno más. En el recinto ubicado junto a la Circunvalación se han congregado multitud de jóvenes que poco a poco han ido subiendo la temperatura de todo el entorno de Hipercor, Méndez Núñez, ocupando parte de la rotonda de la autovía e incluso algún trozo del carril bici paralelo o la parte trasera en la calle Cañaveral o la avenida del Padre Marcelino.

Hasta allí han llegado jóvenes (y no tanto) desde diversos puntos de la ciudad, aunque los hay que una vez llegados a una edad prefieren solo tener buenos recuerdos del 'botellódromo' como lo que vivieron algún día. Así lo reconocen Juan, Soraya y Belén, sentados tomando cerveza y refrescos a escasos 100 metros del recinto: "Cambia mucho viéndolo desde fuera, aunque ya hemos consumido el botellón bastante", dicen entre risas.

Dentro del 'meollo', tres jóvenes malagueños dicen que no pasarán la noche en Granada, aunque no cogerán el coche hasta que no se les pase el alcohol que han ingerido. "Cada año hay más gente", se justifica Carlos Cuevas, que no pierde el sentido del humor mientras dos de sus amigos, Ignacio Roqué y Juan Carlos Rodas,  nos atienden para afirmar que "en Málaga no hay Fiesta de la Primavera este año" y además que este año tenían que venir a Granada a la fuerza: "Hay muchas niñas, movimiento, el ambiente... las granaínas".

"Granada se perjudica y se beneficia, porque nosotros hemos venido hoy a comer y hemos gastado dinero", apunta Ignacio, que reconoce que cada vez que han venido a la ciudad han hecho gasto en ella.

Llegadas desde algo más lejos de la Costa del Sol, concretamente desde Manzanares (Ciudad Real), Andrea Díaz, Lola Díaz y Pilar Miñano aprovechan su estudios universitarios en Granada para participar en "una reunión de amigos". "En Madrid estuvimos el año pasado y allí hay mucho postureo, la gente está un poco subidita, en Granada hay otro rollo, todo de colegueo", indican. A la Fiesta de la Primavera de Granada y a estudiar "viene gente de toda España porque tiene arte, esencia, lo que busca todo el mundo en su vida".

La Fiesta de la Primavera sigue con situaciones en las que las ambulancias van y vienen, aunque hasta las 18.00 horas Protección Civil no tuvo que atender al primer intoxicado. En los locales de ocio de la zona, las colas se agolpan y la principal meta es la de encontrar un sitio en el que orinar, improvisados por ejemplo en la parte trasera del Hotel Luna de Granada.

Año a año sigue consagrada y demostrando que dentro del aparente desorden siempre hay un orden. Los jóvenes, generación tras generación, han encontrado una forma ineludible de dar la bienvenida a la primavera, dejando, eso sí, dos ciudades antitéticas entre sí: la de la calma y la de la jarana.

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